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Urbino: Renacimiento, Rafael y lugares por descubrir en el centro de Italia

Urbino fue una de las cunas del Renacimiento y hoy en día es un ejemplo de belleza, arte, historia y tradición. Además de ser el lugar de nacimiento de Rafael Sanzio, es un museo en sí mismo que nos permitirá apreciar la fuerza de uno de los movimientos artísticos más importantes de la historia.

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Urbino es una de las ciudades que conforman la región de Las Marcas, situada en el centro de Italia pero haciéndose con un poco de la costa este de la bota de Europa. Urbino es principalmente conocida por una razón: Rafael Sanzio, el genio de la pintura, que pasó a ser conocido como Rafael de Urbino por su procedencia.

La ciudad observa el mundo desde lo alto de una colina y es la prueba viviente de la fuerza del Renacimiento en Italia. Hoy en día, visitarla significa visitar todo lo que el siglo XV regaló en cuestiones de arte, belleza, revolución y evolución. Todo está tan bien preservado, han cuidado tanto de este patrimonio cultural, que la UNESCO tuvo que destacarlo cuando decidió que merecía ser también Patrimonio de la Humanidad.

El Renacimiento es fundamental a la hora de repasar su historia y es cierto que uno de los principales representantes de este movimiento, Rafael Sanzio, nació en una de las muchas calles empinadas de Urbino; hoy podemos localizarla de forma sencilla: se trata de la Via Rafaello.

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Pero no es menos verdad que la ciudad se ha servido del pintor para ganar una fama que, en realidad, hubiera obtenido igualmente. Y es que Rafael no pasó demasiado tiempo en Urbino -se dice que la abandonó cuando no había cumplido diez años- y su pintura le debe más a la influencia del taller de Perugia, donde pasó a vivir, y de Florencia que a sus primeros años de vida en una de las cunas del Renacimiento. En cualquier caso, todos podemos hoy visitar la casa donde nació, perfectamente conservada y lugar de peregrinaje para los amantes del arte de Rafael, que son muchos.

Más allá del pintor, Urbino es un museo en sí misma, como sucede con tantos otros emplazamientos en Italia. Vistas impresionantes, tanto desde las alturas como desde los niveles inferiores, todo tipo de iglesias, palacios y esas calles mágicas italianas donde no parece pasar el tiempo caracterizan una ciudad que sigue atrayendo a turistas de todo el mundo.

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Podemos comenzar la visita por el Palacio Ducal de Federico de Montefeltro, un edificio renacentista que durante muchos años fue considerado el más hermoso de Italia. Su construcción comenzó a mediados del siglo XV a cargo del florentino Maso di Bartolomeo y su aspecto, tras años trabajando en él y varias restauraciones, es absolutamente imponente. Una de sus principales características es que logra una integración completa con el conjunto urbano.

Como ya hemos dicho, la ciudad es un museo en sí mismo, por lo que tendremos la sensación de estar viendo grandes obras de arte allí donde pisemos. La Piazza Rinascimento, de una belleza singular, es un buen ejemplo de esto mismo. En ella, destacamos la iglesia de San Domenico y también el Duomo de Urbino, anteriormente una iglesia renacentista que tuvo que ser reconstruida en el siglo XIX tras un terremoto que tuvo lugar a finales del XVIII.

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La Iglesia de San Bernardino degli Zoccolanti, situada en la colina de San Donato, nos permite apreciar la belleza de Urbino desde una cierta distancia. También merece la pena pasear alrededor de una de las construcciones más importantes de la ciudad, ligeramente diferente a lo que observaremos en el casco antiguo.

El punto más alto de Urbino lo encontramos en la Fortaleza de Albornoz, desde donde obtenemos una vista completa. Ha sido desde una fortaleza militar hasta un orfanato para terminar haciendo las veces de Academia de Bellas Artes. Respira historia por los cuatro costados y permite a los turistas respirar Urbino desde las alturas, una ciudad que te conquistará desde el momento en que pongas un pie en ella.