Uzès, el Renacimiento vive en la Provenza
Calles angostas y grandes palacios renacentistas son las señas de identidad de este pueblo del sur de Francia.
Al oeste de Avignon y al norte de Nîmes, el pueblo de Uzès es una de las joyas de la Provenza francesa. Sobre todo por su espectacular arquitectura, diferente y sorprendente, ya que se trata de una de las localidades que mejor han sabido conservar todo el legado del Renacimiento. Así, todo está lleno de torres y palacios de esa época que, al estar prácticamente intactos, permiten al viajero adentrarse en una máquina del tiempo y sentirse como en el medievo. Con alrededor de 8.000 habitantes, la historia de Uzès no comienza precisamente en la Edad Media, sino mucho antes, en la época de los romanos. De hecho, es famoso el acueducto que proporcionaba agua a la ciudad de Nîmes y que pasaba por allí. Su parte más famosa es el puente Pont du Gard, a 14 kilómetros del centro urbano. Los sábados, el tradicional mercado de flores, frutas, verduras... convierte el centro de la ciudad en una fiesta (la cita es en la Place aux Herbes, rodeada de arcadas). Es el mejor día para visitar Uzès, ya que a las compras de alimentos completamente ecológicos hay que sumar la posibilidad de acercarse al palacio Ducal. De hecho, Uzès fue el primer ducado de Francia y el palacio se encuentra en pleno centro. Construido durante diversas épocas, tiene partes medievales como la torre Bermonde, del siglo XI; otras góticas, como la capilla del siglo XV; renacentistas, la fachada; y así hasta el siglo XIX, en el que se hizo la última gran ampliación. Aún sigue siendo de la familia nobiliaria. Tampoco hay que dejar de visitar la iglesia de St. Etienne, del siglo XVIII. Fue construida donde se encontraba una antigua iglesia destruida en las diferentes guerras que asolaron Europa en la Edad Moderna. Lo único que queda de ella es el campanario cuadrado, con una torrecilla que alberga una campana. Aunque el centro religioso de la ciudad es la catedral de Saint Theodorit, reconstruida a mediados del siglo XVII. En su interior destacan las galerías de hierro forjado, los órganos con postigos estilo Luis XIV y su fachada del siglo XIX. Una visita increíble que, además, será aromatizada de principio a fin por los famosos olores silvestres de los campos de la Provenza.