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España

Amanecer en una antigua panadería del siglo XVIII

El hotel Ýbaco, situado en el casco antiguo de Altea, cuenta con seis acogedoras habitaciones
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Altea es una de las localidades más bonitas de todas las que baña el Mediterráneo. Pertenece a la provincia de Alicante, en la Comunidad Valenciana y sus estrechas calles descienden hasta la costa de una manera fluida y a la vez encantadora. Entre casas blancas, que se iluminan tímidamente por la noche, aún se conservan los restos de un castillo y también la bonita iglesia de Nuestra Señora del Consuelo. Aunque la mayoría de los turistas se concentran al caer la noche alrededor de su puerto marítimo, lo cierto es que perderse por cualquiera de sus calles es un capricho. Hasta tal punto que algunos artistas como el pintor Benjamín Palencia –quien pasó sus últimos años en la localidad-, Rafael Alberti o Vicente Blasco Ibáñez, se han rendido a los encantos de Altea. En medio de su casco antiguo, en el barrio de Bellaguarda, en concreto en el número 13 de la calle Salva, se encuentra uno de los hoteles con más encanto de la ciudad. Se llama el Hotel Ýbaco y ocupa el mismo edificio en el que anteriormente y hace años se encontraba una antigua panadería. Este comercio abrió sus puertas en el siglo XVIII y era un punto de referencia para todos los habitantes de la localidad, quienes acudían allí diariamente a por el pan. A día de hoy, se ha reconvertido en un hotel, el Ýbaco, un alojamiento singular y pequeño que acoge a los turistas más hogareños. Su ubicación, a pocos metros del núcleo urbano y también de la zona costera, hacen que sea el lugar idóneo para pasar en él las noches que se deseen, mejor si es en pareja puesto que la cálida decoración del hotel acompaña al romanticismo. Tan solo cuenta con seis habitaciones, todas ellas temáticas y diferentes pero creadas con un gusto exquisito. Los pequeños detalles son la clave de la decoración y así, cada huésped, puede elegir en cuál de las habitaciones quiere alojarse, siempre y cuando haya disponibilidad. Las habitaciones de carácter estándar son: Vieja Habana, inspirada en el colorido de Cuba; Kasbah, que propone un viaje hasta los países árabes; Moulin Rouge, inspirada en la exótica estética de la película del mismo nombre y Provence, un auténtico viaje al romanticismo de décadas pasadas. Mientras que aquellos que quieran dormir en una habitación superior podrán hacerlo en la Copa América, con sus tonos azules y marineros, o en la habitación César, sobria, elegante y digna de un emperador. Todas ellas son especiales y harán de la estancia una experiencia inolvidable. Tony y Linda fundaron y restauraron el hotel Ýbaco, que ahora está gestionado por Adelina y Thomas, una pareja de jóvenes hoteleros que decidieron embarcarse juntos en este proyecto. Su trayectoria profesional ha estado ligada a hoteles repartidos por todo el mundo y ahí deriva la excelencia que se respira en al Ýbaco. Han basado su filosofía de gestión en la calidad, la atención a los pequeños detalles y lograr la satisfacción total del cliente. Los huéspedes que tengan algún capricho durante su estancia, podrán elegir entre una fondue de chocolate, picnics para llevar, botellas de cava, bombones, desayuno en la habitación, un baño aromático o una decoración especial para la habitación con pétalos de rosa y velas. Todos ellos perfectos para desconectar de cualquier preocupación. En cuanto a las salas comunes, el Olivo es un salón en el que se desayuna o incluso se pueden celebrar eventos. Porque si hay algo importante en el Hotel Ýbaco, es el momento del desayuno. No en vano el hotel antes era una panadería.