JAÉN
Viajamos a Jaén para conocer la sorprendente historia que esconde la Basílica de San Ildefonso, uno de los templos religiosos más espectaculares.
Ponemos rumbo hasta la ciudad andaluza de Jaén para conocer todos los detalles de la Basílica Menor de la Sacra Iglesia Parroquial de San Ildefonso. Se trata de uno de los templos católicos más espectaculares que podemos encontrar en esta provincia, pero también en toda Andalucía.
Debemos tener en cuenta que se erigió, aproximadamente, en el año 1248 en el arrabal de San Ildefonso. Una zona que se creó tras la ampliación de la muralla de la ciudad. El motivo por el que fue consagrada a San Ildefonso de Toledo fue porque, en aquel momento, la iglesia de Jaén dependía del arzobispado de Toledo. Esta Basílica está situada en una plaza homónima en la que destaca la escultura de la Inmaculada Concepción de María creada por Amadeo Ruiz Olmos. En este templo se encuentran los restos mortales del arquitecto Andrés Vandelvira, fallecido en 1575.
La Basílica de San Ildefonso de Jaén, a través de su historia
Como hemos mencionado, el primer dato histórico que se tiene de este templo nos hace viajar al año 1248, ya que es la época de la que datan sus muros más antiguos. Se erigió como parroquia en el siglo XIII y, en el año 1400, se decía que era una parroquia de grandes dimensiones para esa época.
Tras el descenso de la Virgen a la ciudad, allá por el año 1430, la capilla adquiere una enorme importancia. Por lo tanto, este templo pasa a ser considerado como Santuario. La capilla comienza a ampliarse por decisión de Alonso Suárez de la Fuente del Sauce, obispo. Pero no fueron las primeras obras de ampliación y reformas, ya que las últimas se realizaron en el siglo XX. El 9 de junio de 2010 es una fecha clave para la historia de esta edificación religiosa. Y es que el Papa Benedicto XVI decidió declararla como Basílica menor.
La Basílica de San Ildefonso de Jaén, a través de su leyenda
Una de las más sonadas es la conocida como “Cabeza de la Iglesia de San Ildefonso”. Se trata de una leyenda que está basada en un hecho real, narrado por Antonio Becerra en una publicación del año 1639. Se dice que en la Iglesia Parroquial de San Ildefonso, sobre un contrafuerte de la portada que abre a la plaza hay una cabeza tallada en piedra.
Parece ser que se trata del vivo retrato de un joven que podría ser hijo de una persona importante de la ciudad. Éste, una noche a finales del siglo XVI, decidió ocultarse en el templo y robó una serie de lámparas de plata que alumbraban la imagen de la Virgen de la Capilla. Poco después, salió con su botín pero terminó desorientado y apresado.
El joven fue juzgado y condenado a muerte sin que sus padres, a pesar de tener influencia, pudieran salvarle. No solamente le ahorcaron, sino que ordenaron que fuera descuartizado y sus restos fueran expuestos sobre los contrafuertes del templo, a modo de escarmiento ante posibles nuevos ladrones. Al tiempo, cuando los restos se consumieron, ordenaron que su cabeza fuera esculpida en piedra para que, eternamente, fuera expuesta en este contrafuerte.