NAVARRA
Viajamos a Pamplona para conocer muchos más detalles de su Catedral. ¿Cuál es su historia y cuáles son sus datos más curiosos? ¡Lo descubrimos!
Pamplona es una de las ciudades más sorprendentes del norte de España. En ella podemos encontrar un gran número de monumentos y edificaciones que, desde luego, no dejan absolutamente indiferente a nadie. Un claro ejemplo lo encontramos en la Catedral Metropolitana de Santa María de la Asunción.
Tal es su espectacularidad que podemos estar ante el complejo catedralicio más completo que todavía se conserva en nuestro país. Y es que tiene las edificaciones habituales en una catedral, como son la propia iglesia, las sacristías o el claustro. Pero la de Pamplona tiene algo más, ya que conserva refectorio, cillería, sala capitular y hasta dormitorio.
Estos elementos están estrechamente relacionados con la figura del cabildo, y fueron derribados con el paso del tiempo en numerosas catedrales. Otra cuestión a tener en cuenta respecto a estas estancias es que se construyeron en diferentes épocas y, por tanto, diferentes estilos. Aunque hay resquicios del románico, predomina el gótico.
La Catedral de Pamplona, a través de su historia
La edificación que podemos ver en la actualidad ocupa gran parte del Casco Antiguo de la capital de la Comunidad Foral de Navarra. Nos referimos a la zona más alta de la Navarrería, lugar donde se han encontrado numerosos restos arqueológicos que datan de nada más y nada menos que la Edad del Hierro. Sobre este emplazamiento se encontraba el núcleo de la ciudad romana.
A pesar de todo, debemos saber que la primera vez que se tiene constancia de esta edificación religiosa es en el año 589. Esto se debe a un documento en el que se menciona al obispo de Pamplona en el Concilio Tercero de Toledo. Por lo tanto, si había obispo tenía que haber una cátedra y, por consiguiente, una catedral.
Lo cierto es que la prueba más concluyente de que existía una edificación religiosa en ese lugar, se encontró en los cimientos de la edificación románica. Se trata de un capitel que fue labrado por tres de sus caras y que ha sido datado entre los siglos IX y X. Esto podría corroborar que, por aquel entonces, la iglesia ya era una realidad.
La iglesia a la que pertenecía ese capitel fue demolida por Abd al-Rahman III. Tiempo después, el rey Sancho Abarca donó la villa de Pamplona a Santa María mientras que Sancho el Mayor se encargó de reconstruir el templo. El año 1086 fue clave para la historia de esta Catedral, ya que el obispo Pedro de Roda quiso sustituir a los canónigos seculares por una comunidad de canónigos regulares, siguiendo la Regla de San Agustín.
Es entonces cuando se creó, entre los años 1100 y 1127, el conocido como cabildo catedralicio. La consagración definitiva se llevó a cabo en abril de 1127, de la mano del obispo Sancho de Larrosa. Un evento al que llegó a asistir el rey Alfonso, conocido como “El Batallador”.
Tiempo después, concretamente entre los siglos XIII y XIV, se tomó la decisión de construir un nuevo claustro. En esta ocasión, se realizaría con estilo gótico. No fue hasta el siglo XV cuando, además, se erigieron una serie de edificaciones como son el refectorio o, incluso, la conocida como Capilla Barbazana.
El primer día de julio de 1390 hubo una tragedia, ya que se derrumbó la Catedral románica por la zona del coro. A pesar de todo, la zona de la cabecera y la fachada quedaron intactas. Al ser conscientes de la peligrosidad, comenzaron las obras para construir una nueva iglesia. Durante los años posteriores se hicieron diversas intervenciones y modificaciones. Una de las más sonadas es la sustitución de la fachada románica por una neoclásica.
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