A MEDIA HORA DE LISBOA
A media hora de Lisboa nos encontramos con una fortaleza del siglo XXVII, en el Parque Natural de Cascais y Sintra. Fortaleza do Guincho es un bastión rehabilitado, convertido en un Relais&Chateaux donde el Atlántico se escucha con fuerza y también se saborea.
Es un lugar para olvidarse del tiempo y la alarma del móvil, para despertar disfrutando del sonido del viento y las olas que rompen con fuerza contra el acantilado en el que se encuentra situada la fortaleza. Los techos abovedados nos trasladan a otra época y al asomarnos al balcón la belleza salvaje de la playa de Guincho.
El mar también se saborea en el restaurante, que cuenta con una estrella Michelín. Tradición, mar y temporada son los aspectos que marcan el menú del chef Miguel Rocha Vieira, que tiene un trato directo con los productores de la zona. Pescadores y agricultores de dos fincas biológicas, ellos marcan su propuesta gastronómica y no al revés.
Su propuesta se engloba dentro del programa Ethic Oceans, un menú cuyo origen principal está en el Atlántico, pero siempre realizando una pesca sostenible y respetando la biodiversidad. Sus platos tienen sabor, tradición y amor a la tierra. Un recorrido por Portugal desde una raspa de jurel crujiente con brandada de bacalao en la cabeza que homenajea a los pescadores de Nazaret, pasando por los carabineros del Algarve o el postre que evoca la playa de Guincho.
Y además de saborear la tierra uno no puede dejar de visitar el punto más occidental del continente europeo. A unos pocos kilómetros de Cascais se encuentra el Cabo da Roca. Un lugar estratégico con un faro y un mirador con una vista espectacular. Al otro lado América, concretamente Philadelphia a 4500 kilómetros en línea recta. Los más curiosos se pueden llevar un certificado de su paso por ese lugar.
Pero llegar al fin del continente europeo no es el reto de esta escapada, lo realmente complicado es llegar al mostrador para comprar las famosos Pastéis de Belém, pero la espera merece la pena. Junto a Lisboa encontramos Belém, su barrio más histórico y monumental, con el Monasterio de los Jerónimos donde se elaboraban tradicionalmente. Desde 1837 los hace una pastelería en la que se venden unos 50.000 pastelitos de hojaldre y crema al día.
Es el cierre dulce de una escapada perfecta para un puente como este. Una escapada natural, gastronómica y también monumental donde no pueden faltar los palacios románticos de Sintra y tampoco los paseos por Lisboa. En la capital no es necesario planear nada, sólo ponerse un calzado cómodo y dejarse llevar.
Cada paso es un disfrute… los tranvías, el Chiado con su ambiente bohemio, las callejuelas del Barrio Alto, disfrutar del arte urbano o de los cafés con música en directo… Lisboa y sus costas están en plena forma, la decadencia les sienta cada día mejor.