BAIONA, GALICIA
A mediados del siglo XV, el puerto onubense de Palos fue testigo de la construcción en sus astilleros de una carabela que estaba destinada a las más altas metas, aunque los artesanos del mismo lo desconocieran. Se trata de La Pinta, un navío de 22,75 metros de eslora por 6,60 de manga que acompañó a La Niña y a la Santa María en uno de los viajes más cruciales para la historia de la Humanidad: el descubrimiento de América.
Sus velas cuadradas desplegadas al viento, en una disposición sencilla y funcional, fueron lo primero que se pudo ver desde las islas de las Antillas cuando se acercaron los conquistadores. Era la más rápida, de ahí que se dejara constancia en el diario de a bordo que no fueron pocas las veces que tuvo que esperar a los otros dos barcos. No es de extrañar que fuera desde La Pinta desde donde el marinero Rodrigo de Triana avistara, por primera vez a ojos de un europeo, el Nuevo Mundo, el famoso 12 de octubre de 1492.
Pero La Pinta no sólo fue la primera en ver las costas americanas, sino también la primera en contarlo en Europa, pues gracias a un temporal que la separó de las otras llegó antes a la península. Fue al puerto de Baiona, en Pontevedra, un 1 de marzo de 1493. Desde entonces la ciudad gallega y el navío han estado fuertemente relacionados, hasta el punto que desde hace más de cuatro décadas, el día que se conmemora su llegada a puerto, se recrea un mercado medieval y se teatraliza el acontecimiento.
El resto del año, La Pinta tiene un lugar preferente en el puerto. Una réplica de la misma, como la que se encuentra en el Muelle de las Carabelas de Palos de la Frontera (Huelva), se ha convertido desde 1994 en un museo flotante de la vida marinera de aquella época. Conocer cómo era la vida a bordo de la carabela en el siglo XV es posible gracias a un acondicionamiento de las estancias del barco muy logrado.
El objetivo es mostrar la carabela tal cual llegó en 1493, con figuras que representan a la tripulación y a los indígenas americanos que portaron consigo en el duro viaje de vuelta, así como reproducciones de metales, plantas, alimentos y animales exóticos para los europeos de entonces. Oro y algodón fue la principal carga, pero también herramientas hechas con huesos de pescado, adornos indígenas, pelotas de goma de resina...
En el museo de la Carabela La Pinta de Baiona se explica también la historia negra del velero. Y es que, además de sus riquezas, también fue el primer barco con enfermos de sífilis en llegar a Europa, una enfermedad desconocida en el Viejo Continente. Su primera víctima mortal fue Martín Alonso Pinzón, contagiado por una de las mujeres indias del navío.
Visitar este museo y descubrir juntos en familia toda la historia de uno de los barcos más famosos jamás construidos es mucho más que todo un plan de escapada para media jornada en unas vacaciones por las Rías Baixas. Está abierto los siete días de la semana en horario de 10 a 19.30 h, con un precio de 2 € por persona que incluye, además, la posibilidad de utilizar audioguía en cuatro idiomas. Además, es posible hacer reservas de grupo (en el teléfono 986 38 59 21).
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