Desde Móstoles
A principio de la década de los 90 comenzaron a reutilizarse en España trazados de vías férreas que se habían quedado en desuso. Se acondicionaron para convertirse en caminos para cicloturismo y senderismo, en programas que se reunían bajo el nombre de Vías Verdes, siendo este color por la posiblidad de disfrutar de un entorno natural recuperado.
La provincia de Madrid cuenta con cuatro de estas vías: la del Alberche, la del Tajuña, la del Tren de los 40 días y la del Guadarrama. Juntas suman alrededor de 90 kilómetros cuadrados. Catorce de ellos pertenecen a la última, que tiene al caudaloso río como protagonista y que, con apenas un desnivel de 125 metros en todo su recorrido, es perfecta para disfrutarla con toda la familia, sobre todo si añadimos que no se necesitan ni dos horas para poder recorrerla (incluso en bicicleta sin necesidad de ser experimentados ciclistas).
Todo el recorrido transcurre por tierra sin acondicionar y no hay gran señalización, pero no es un problema a la hora de transitarlo. Eso sí, al no haber tampoco fuentes, se hace obligado el ir siempre con un par de botellas de agua, especialmente si se va con niños y hace calor. También se puede con cantimploras, que llenaremos al comienzo de la ruta, en las fuentes del Parque El Soto de Móstoles, donde comienza el camino.
Es, concretamente, al final del parque donde tendremos nuestro particular ‘pistoletazo de salida’. Llegar a él es bastante fácil, en tanto que hay una estación de Cercanías de Renfe justo en la puerta. Luego, basta con atravesar el parque o circunvalarlo. Los que vayan en coche, pueden aprovechar también para aparcar aquí. Después de la excursión, es un buen lugar para jugar en su merendero, su senda botánica, el anfiteatro o la zona de juegos infantiles.
Una vez en ruta, el primer objetivo es el Puente de Hierro, levantado para que la antigua línea de tren que unía Madrid con Almorox (Toledo) salvara el cauce del Guadarrama. El segundo lo tendremos a la izquierda, poco después. Se trata de la antigua estación Río Guadarrama, también en desuso y que, al no haber ya vía férrea como tal, es de las pocas cosas que nos recuerdan que por el camino pasaba antes un tren a diario.
En el camino veremos campos de olivos y viñedos, pero también muchos bosques de coníferas, sobre todo pinos piñoneros, pues estamos en una zona de clima claramente Mediterráneo. El pulmón verde del camino es el Parque Regional del Curso Medio del Río Guadarrama, que nos acompañara casi todo el tiempo en este recorrido hacia Navalcarnero. Esta localidad es el remate de la ruta. Se entra por el barrio de la Estación, al norte del pueblo, y es la excusa perfecta para conocer sus calles, su plaza de toros (dedicada al torero local Félix Colomo) y su centro neurálgico: la plaza de Segovia, con la iglesia principal de la ciudad (declarada Bien de Interés Cultural).
También se puede aprovechar para conocer un poco de historia Moderna. En Navalcarnero se casaron el rey Felipe IV y su sobrina Mariana de Austria en 1649. Fue en la Casa de la Cadena, cuya fachada se ha reproducido con exactitud en el edificio que en su día sirvió para el enlace. Imposible no querer hacerse una foto en su puerta, con una gran cadena fijada a unos guardacantones de berroque rematados por enormes bolas.
La Comunidad de Madrid dispone de dípticos especiales que van relatando el camino de esta Vía Verde, indicando los puntos más interesantes de la ruta, las distancias y, sobre todo, resolviendo las dudas sobre posibles cruces que puedan hacernos perder el sendero principal. Disponibles en las Oficinas de Turismo tanto de la capital como de Móstoles y Navalcarnero, serán nuestra mejor guía a la hora de caminar o pasear en bici por ella.
Un plan que, seguro, ahora que llega el buen tiempo, nos permitirá un sábado o un domingo fabuloso en compañía de pequeños y mayores.
Más información: Turismo de Madrid y Turismo de Navalcarnero