CASTELLÓN
Viajamos hasta Castellón de la Plana para conocer la historia que esconde El Fadrí, el auténtico símbolo de la ciudad.
Es el momento más que perfecto para poner rumbo a Castellón de la Plana, ciudad situada en la Comunidad Valenciana. Allí encontramos un gran número de construcciones, monumentos y rincones que no dejan indiferente a nadie. ¡Es absolutamente espectacular!
Un claro ejemplo lo encontramos, precisamente, en el conocido como El Fadrí. Se trata de una torre campanario, de propiedad municipal, que tiene la característica de que está separada de la Catedral. Algo que no es del todo común, convirtiéndose en un elemento de lo más peculiar y especial.
El Fadrí, a través de su historia
Para comenzar, debemos tener en cuenta que esta torre campanario está ubicada en el centro de la ciudad de Castellón de la Plana, concretamente en la Plaza Mayor junto al Ayuntamiento y la imponente Iglesia de Santa María. Su curioso nombre se debe a que “Fadrí”, en valenciano, significa “soltero”. Por lo tanto, es una clara referencia a que está separada de la catedral.
En cuanto al estilo de esta construcción, destaca el conocido como gótico valenciano. Por si fuera poco, presenta una altura de unos 58 metros, una planta octogonal y hasta cuatro cuerpos (cámara del reloj, vivienda del campanero, cámara de las campanas y prisión). Como no puede ser de otra forma, no podemos dejar de mencionar la terraza, que está perfectamente rematada con un templete.
Respecto al interior de El Fadrí, destaca una imponente escalera de caracol por la que se puede acceder a todas y cada una de las plantas. Es importante tener en cuenta que, en 1440, se comenzó a construir esta torre. Tan solo 7 años después, el maestro Saera se encargó de construir ese primer cuerpo.
Posteriormente, los habitantes de Castellón de la Plana fueron testigos de una paralización que se hizo eterna pero, gracias a diversas propuestas, en 1593 se volvieron a retomar las obras. Fue entonces cuando, diversos arquitectos consiguieron terminar este proyecto, siguiendo los trazos que previamente Damián Méndez había realizado en 1591. Por su historia, arquitectura y su situación geográfica, el paso de los siglos ha hecho posible que El Fadrí se haya convertido, sin lugar a dudas, en el auténtico símbolo de la ciudad.