TRADICIÓN EN ESPAÑA, FRANCIA Y ANDORRA
El que las fiestas del fuego de los Pirineos no sean unas celebraciones propias de un municipio, sino de todos los pueblos que se encuentran en el centro y este de la cordillera ha sido uno de los motivos principales por el que la Unesco haya decidido hace unos días incluirla en su codiciada lista de Patrimonios Culturales Inmateriales de la Humanidad. Un galardón que eleva al mayor rango posible una tradición que celebra por todo lo alto el solsticio de verano.
Cuando el Sol está en su cénit, los habitantes del Pirineo de Andorra, Huesca, Lérida y algunas comarcas francesas salen de sus casas portando antorchas y van a las cimas de las montañas a encender piras de construcción artesanal, iguales a las que hacían sus antepasados desde hacía siglos. Durante la celebración, tanto en el ascenso como en el descenso, los vecinos se reúnen y llevan a cabo bailes y comidas en reunión.
Se considera que las fiestas del fuego constituyen una ocasión para regenerar los vínculos sociales y fortalecer los sentimientos de pertenencia, identidad y continuidad de las comunidades, de ahí que su celebración vaya acompañada de comidas colectivas y cantos y bailes folclóricos. A veces se asignan funciones específicas a determinadas personas: en algunos municipios es el alcalde quien enciende la primera fogata, y en otros es un sacerdote el que la alumbra o bendice. En algunas comarcas, es el último vecino recién casado del pueblo quien enciende el fuego y encabeza la marcha de descenso desde la montaña. En otras partes, las jóvenes solteras esperan la llegada de los portadores de antorchas a los pueblos para darles la bienvenida con vino y dulces. Al día siguiente por la mañana, los vecinos recogen las brasas y cenizas de las fogatas y las llevan a sus hogares y huertos para protegerlos.
En algunos pueblos se las conoce también como fallas. Es el caso de Taüll, donde encienden una gran hoguera en el centro de la plaza principal del pueblo el 18 de julio. Las fallas son unas grandes antorchas, hechas con troncos de unos dos metros, que cargan los jóvenes desde lo alto de la montaña.
También se pueden ver fiestas del fuego en otros municipios, como Boí Casós, Barruera, Erill la Vall, Senet o Llesp, y además no siempre coinciden en fecha, por lo que es posible realizar una ruta por diferentes pueblos y disfrutar de varias de ellas en una misma escapada. El patronato Comarcal de Turismo de la Alta Ribagorça incluso edita un programa especial reuniendo las de esa zona del Pirineo.
A partir del próximo solsticio de verano, las llamas alumbrarán de una manera especial, y es que se habrán convertido en un patrimonio inmaterial más allá del propio Pirineo y sus gentes, pues ya tiene rango universal.
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