ISLAS BALEARES
Formentera es un paraíso en la tierra que en verano luce sus estampas más bellas y sus aromas más deliciosos.
Quienes huyen de las ciudades como alma que lleva el diablo en cuanto el calor empieza a apretar no lo hacen porque detesten su vida, su trajín y su rica oferta cultural, si así fuera no huirían sólo unos días en verano sino que buscarían el modo de irse para no volver, lo que buscan es un tiempo de descanso y diversión, unos días para olvidarse de todo, despejar la mente, recargar las pilas y regresar a casa con el ánimo bien dispuesto a zambullirse de nuevo en su ir y venir diario; y para lograr esa recuperación profunda e intensa, capaz de dejarnos batería suficiente para llegar a Navidad y de ahí a la siguiente primavera, el destino importa ¡vaya si importa!. La elección no siempre es fácil porque cada cual tiene sus filias y sus fobias, sus gustos... Ahora bien, a la hora de elegir destino, como en casi cualquier cosa en la vida, hay apuestas seguras y Formentera es, indudablemente, una de ellas.
Formentera es un destino natural incomparable, cálido, playero, protegido y con mucho ambiente especialmente en verano con sus plazas llenas de vida y música y sus mercados listos para ofrecernos lo mejor de las islas Baleares y de la artesanía local; además, si eres de los que no aguanta más de un día (dos o tres a lo sumo) en plan tranquilo y descansando, gozando de la naturaleza, practicando senderismo o recorriendo rutas en bicicleta, Formentera sigue siendo tu mejor opción porque está a un paseo en Ferry de Ibiza, la isla más animada del Mediterráneo.
Pero estamos en Formentera, una isla cuya naturaleza hace las delicias de nuestros sentidos empezando por la vista desde que el ferry que nos lleva al puerto de La Savina nos acerca a nuestro destino, hasta el del olfato porque los aromas de Formentera son tan inolvidables como sus colores: el azul mar, la arena blanca de la playa, los tórridos atardeceres, el olor resinoso de las sabinas (árbol primo del enebro y el más común en Formentera), el del peix sec (el pescado secado al sol tan característico de esta isla y tan delicioso degustado en los restaurantes locales como aromático mientras se seca al sol), la brisa marina en toda la isla y muy especialmente en la península de Es Trucadors donde al punto salino del mar se cuela en el aire y se mezcla con los matices aromáticos de los arbustos de la zona, y también el olor de los varaderos que, al construirse en madera y junto al mar acaban recreando también un aroma muy característico gracias a la humedad y la sal marina.