TOLEDO
En esta curiosa construcción situada en la capital de Castilla-La Mancha encontramos una de las obras más significativas de El Greco.
Es el momento más que perfecto para poner rumbo a Toledo, conocida como la Ciudad de las Tres Culturas. Entre sus calles encontramos un gran número de monumentos y construcciones verdaderamente impresionantes, mucho más allá de su espectacular Catedral y su sorprendente Alcázar.
Entre las numerosas edificaciones con una gran historia que se hallan en el casco antiguo de Toledo encontramos, como no podía ser de otra manera, la Iglesia de Santo Tomé. Estamos ante una auténtica joya arquitectónica pero, a la vez, en su interior se encuentra un gran secreto. Nos referimos a una de las grandes obras del Greco que consiguió dejar verdaderamente impactado al propio Albert Einstein, reconocido científico y ganador del Premio Nobel de Física en 1921, en su visita a la capital de Castilla-La Mancha.
No podemos dejar de mencionar, a su vez, las Capillas de la Dolorosa y de la Concepción, que también cuentan con una belleza particular. Pero si hay una joya aún mayor en esta Iglesia de Santo Tomé de Toledo es, indudablemente, uno de los cuadros más impresionantes que se conservan en la actualidad.
Nos referimos, como no podía ser de otra manera, a El Entierro del Conde de Orgaz. Este cuadro, una de las grandes obras de El Greco, fue pintado en honor al que se encargó de la construcción de este templo por lo que, como no podía ser de otra manera, se encuentra en el interior de esta impresionante iglesia.
En él podemos ver representado un auténtico milagro, puesto que dos santos bajan a la tierra con un firme objetivo, que es enterrar al Conde de Orgaz. Debido a lo que refleja, a la perfección en la forma de pintarlo y, cómo no, a su impresionante tamaño (4,8 metros de alto por 3,6 metros de ancho), es considerado como una de las obras más importantes del artista.
Es por eso que cada vez son más los turistas y curiosos que se acercan hasta esta Iglesia de Santo Tomé para poder ver, en primera persona, esta gran obra de arte. Uno de los más destacados fue Albert Einstein. El científico, durante su visita a la ciudad en 1923, se quedó verdaderamente maravillado por un gran número de monumentos y construcciones que visitó pero, especialmente, por este cuadro que le dejó fascinado.