GALICIA
Viajamos hasta Celanova, en Galicia, para conocer la sorprendente historia que esconde el imponente Monasterio de San Salvador.
Es el momento más que perfecto para poner rumbo a la provincia de Orense, concretamente hasta Celanova. Se trata de un lugar absolutamente único y especial que, desde luego, no deja verdaderamente indiferente a nadie. Destaca, entre otras cuestiones, por sus imponentes e históricas construcciones, como es el caso del Monasterio de San Salvador, fundado en el año 936 por San Rosendo, obispo de Mondoñedo y Santiago.
Para conocer la historia de este Monasterio de San Salvador, debemos viajar hasta el siglo X. Se construyó entre los años 936 y 942 y constaba de pocas edificaciones. Poco a poco, fue ampliándose gracias a las tierras y privilegios que le concedieron no solamente los familiares de quien lo fundó, sino también los Reyes de León y de Castilla.
De ese primitivo monasterio tan solo queda la pequeña capilla de San Miguel. Su construcción comenzó en el año 937 y acabó en el 942 y fue ordenada por Froilán, el hermano de San Rosendo. Tal es su importancia histórica, cultural y arquitectónica que, en 1923, fue declarada Monumento Nacional.
La tradición asegura que Rosendo, en sueños, recibió una revelación. Y es que se le pedía que fundara un cenobio en la actual Celanova. En cuanto a la leyenda, el Santo subió a un monte cercano, lanzó una piedra y, en el lugar donde cayó, fue donde se erigió esta construcción.
Un año a destacar es 1506, cuando el Monasterio de San Salvador comenzó una nueva etapa tras unirse nada más y nada menos que a la Congregación de Castilla. Poco a poco fue adquiriendo relevancia, hasta tal punto que el Rey Carlos I estuvo barajando la posibilidad de retirarse a este Monasterio, aunque prefirió el de Yuste por su climatología.
La Iglesia empezó a construirse en 1653, pero sus obras no finalizaron hasta 1687. El periodo de mayor esplendor del Monasterio llegó entre los siglos XVII y XVIII, cuando se llevaron a cabo un gran número de reformas. El poder social y económico eran más que evidentes. Como consecuencia de la desamortización del siglo XIX, el Monasterio fue abandonado poco a poco.