CANTABRIA
El Lignum Crucis ha hecho posible que el Monasterio de Santo Toribio de Liébana sea una visita más que obligada para los cristianos.
Es el momento más que perfecto para poner rumbo a Liébana, en Cantabria, donde se encuentra una de las edificaciones más sorprendentes y espectaculares de la zona. Estamos hablando, cómo no, del Monasterio de Santo Toribio de Liébana, también conocido como el Santuario del Lignum Crucis puesto que ahí se conserva el trozo más grande conocido de la cruz en la que Jesús fue crucificado.
Debemos tener en cuenta que su histórica Puerta del Perdón se abre, cada año jubilar lebaniego, con el fin de recibir a fieles y peregrinos. Este Monasterio tiene tanta importancia en el cristianismo que, junto a Jerusalén, Roma, Santiago de Compostela y Caravaca de la Cruz, estamos ante uno de los lugares santos por excelencia.
El Monasterio de Santo Toribio de Liébana, a través de su historia
La tradición asegura que la fundación se debe a Toribio, que era obispo de Astorga. Fue él quien, a principios del siglo V, trajo a este lugar el Lignum Crucis. Motivo más que suficiente para que en septiembre de 1512, a través de una bula, el Papa Julio II otorgase el privilegio de celebrar el año jubilar lebaniego. Esto hace posible que exista una considerable peregrinación, siendo un punto estratégico en el catolicismo en Europa.
Este Monasterio, en el siglo VIII, fue el lugar en el que Beato de Liébana escribió sus libros. En su origen, esta edificación pertenecía a la Familia Real, pero fue donada por Alfonso VIII a los condes don Gómez y doña Emilia. Fueron ellos quienes lo entregaron al Monasterio de San Salvador de Oña, ubicado en Burgos.
En la época de la Reconquista, concretamente en 714, Liébana se convirtió en un auténtico bastión cristiano, desde donde salieron grandes nombres de esta histórica hazaña, como es el caso de Don Pelayo. Tras la victoria, los condes de Liébana fundaron varias iglesias cerca del monasterio, algo que queda reflejado en una carta que data del año 735, en el Cartulario del Monasterio.
En otra carta, que data de 828, se menciona por primera vez la Iglesia de San Martín como nombre primitivo del Monasterio de Santo Toribio. En otra carta, que nos hace viajar a 1090, se nombra por primera vez esta construcción, con el título con el que la conocemos en la actualidad.
Más tarde, concretamente en 1256, se dio el paso de construir la iglesia, gracias al incondicional apoyo de los fieles. Y todo gracias a las indulgencias que concedió el obispo Fernando para llevar a cabo ese deseo. Pero también influyeron los apoyos del obispo de Oviedo, de Burgos y de Santander.
Eso sí, tal era la vinculación que existía con el Obispado de Palencia desde su creación que, por una bula que se conserva en la Catedral palentina que data de 1455, se sabe que el camino lebaniego castellano es el primero del que se tiene constancia. Aunque a lo largo de la historia este Monasterio ha estado habitado, la Desamortización de Mendizábal provocó que estuviera en un avanzado estado de abandono. A pesar de todo, en 1961 se refundó el Monasterio, donde viven una pequeña agrupación de hermanos franciscanos.