El País Vasco más bello
No hace falta viajar hasta Australia para disfrutar de paisajes costeros que te dejen sin aliento. Un claro ejemplo lo tenemos en pleno País Vasco. Te descubrimos Mundaka, un lugar de cuento al alcance de tu mano.
Australia es uno de los deseos soñados por más viajeros de todo el planeta, algo que no es de extrañar. Estamos hablando de uno de los países más bellos e impresionantes del globo, en el que la naturaleza es una de las grandes protagonistas. Pero esto no significa que sea el único lugar en el que podemos disfrutar de paisajes costeros capaces de dejar a todos sin aliento. De hecho, aunque te parezca mentira, en España tenemos una versión algo diferente del país, pero con el mismo encanto y la misma belleza. Hablamos de Mundaka.
Este municipio se encuentra en el norte de la provincia de Vizcaya, en el País Vasco, y es conocido mundialmente por ser uno de los destinos más codiciados entre los amantes del surf. Allí, quienes practican este deporte pueden encontrar las que probablemente sean las mejores olas de nuestro continente. De hecho, en numerosas ocasiones se han celebrado campeonatos de importancia, a nivel internacional, en Mundaka, prueba de lo que decimos. Pero este no es su único encanto.
Estamos hablando de un pequeño pueblo costero, encajado entre la naturaleza, que goza de algunos de los paisajes más impresionantes de España. La unión del mar y el bosque, de la vegetación con el agua, con un cielo que, los días en los que las nubes no se hacen sus dueñas, deslumbra a todo aquel que decide disfrutarlo. Son tan bellas las vistas desde algunas de sus zonas, como puede ser la de la Ermita de de Santa Catalina, que ninguna palabra le haría justicia. Es uno de esos espectáculos que tienes que observar en primera persona para poder comprobar todo lo que transmite, todo lo que inspira, todo lo que provoca.
Por supuesto, Mundaka cuenta con innumerables atractivos turísticos, como su bonito y pintoresco puerto, la ya mencionada ermita o la Iglesia de Santa María, pero no es esto lo que más atrapa del pueblo. Es precisamente la belleza del entorno y el ambiente que se respira allí. Es uno de esos pueblos que confirman el tópico de “todo es bonito”. Y es que, paseando entre sus calles, te encontrarás a ti mismo observando embobado las fachadas de las casas o caseríos, o la inexplicable combinación de la naturaleza pura con los mismos.
Uno de esos viajes que todos debemos hacer una vez en la vida. Perdernos entre la frondosidad de la vegetación, perder también nuestra mirada en la inmensidad del mar, en la espuma de esas olas que rompen entrando a la tierra, en ese cielo azul sin ningún rastro de contaminación… Una manera perfecta de unirnos con nuestro planeta y de comprobar que, verdaderamente, podemos vivir en él sin herirlo, creando una simbiosis entre ambos.