Aguas termales en Turquía
En la provincia turca de Denizil, más concretamente en el valle del río Menderes, se localiza Pamukkale, una preciosa zona natural que por sus buenas condiciones climatológicas y sus aguas termales es una de las atracciones turísticas del país. El nombre en castellano significa “Castillo de algodón” y se debe a su apariencia blanca. En torno al año 180 a.C. se construyó la ciudad de Hierápolis, en lo alto de dicho castillo.
¿Cómo se crean estas pequeñas piscinas de agua termal? Pues su origen se encuentra en los movimientos tectónicos que tuvieron lugar en la depresión de la falla de la cuenca del río Menderes. Éstos dieron lugar a la aparición de fuentes de agua termales, y el conjunto de éstas hicieron posible que Pamukkale existiera.
Es un paisaje vivo, permanece en continuo cambio, pues al igual que los seísmos no cesan, tampoco lo hacen las aguas termales. Por eso algunas de esas piscinas se han secado, no preocuparse, que a su vez emergen otras nuevas. El agua tiene un alto contenido en minerales como creta, también contiene grandes cantidades de bicarbonatos y calcio, y algún material radioactivo.
El proceso natural de creación produce gruesas capas blancas de piedra caliza y travertino que bajan en forma de cascadas por la ladera de la montaña, dando así la sensación de estar en una catarata de hielo. En las rocas más antiguas podremos encontrar mármoles cristalinos, cuarcitas y esquistos. Y su apariencia blanca la causa los depósitos más recientes de carbonato de calcio.
Hay testimonios de este balneario ya en la Antigüedad, pues algunos arquitectos romanos escribieron sobre ellas. Además, los griegos que habitaban esta región atribuyeron a sus aguas propiedades terapéuticas, las cuales fueron otorgadas por los dioses. Eso le granjeó a este espectacular lugar fama y reconocimiento ya en la época helenística.
En 1988, Hierápoli-Pamukkale es inscrito en la lista de Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO. Es el lugar ideal para disfrutar de retazos de la Historia Antigua y bañarnos donde solían hacerlo los helenos. Además, nos procurará una experiencia divertida a la par que placentera.
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