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Aire Mediterráneo, playas amplias, casas blancas, tranquilidad pese a los turistas y vistas de infarto. ¿Nos acompañas a conocer los encantos de Altea?
Altea es un pueblo de esos que se cuelan en el corazón. Por eso, año tras año hay muchos turistas que repiten destino de vacaciones y muchos son los extranjeros que deciden incluso quedarse allí a vivir. De hecho, alrededor del 40% de su población, que no llega a los 30.000 habitantes, proceden de otros países.
Pequeñas edificaciones encaladas en una ladera que llega hasta el mar Mediterráneo. Callejuelas estrechas y empedradas repletas de casitas blancas. El azul del mar Mediterráneo y el de las puertas y ventanas, que en muchas ocasiones están pintadas en el mismo tono. Las flores que adornan las fachadas y le dan color a las calles. Su gente o el clima, que es muy bueno y casi siempre hace sol. No se sabe qué es lo que atrapa a los viajeros, quizá es el cúmulo de sus encantos, pero lo cierto es que como decíamos al inicio, Altea es un lugar que muchas personas saborean verano tras verano.
Cuenta con un casco histórico tranquilo, que allí llaman El Fornet. Este ha conservado su esencia, la de pueblo mediterráneo, incluso aunque en las épocas de calor sean cientos de personas las que recorren a la vez sus calles principales. Como adelantamos unas líneas más arriba, el centro antiguo de la ciudad es un laberinto de calles empedradas, pero además de eso cuentan con varias escalinatas que te llevan poco a poco hasta la parte más alta del cerro en el que se sitúa esta localidad.
Además, recorrer estas calles de Altea es toda una delicia. Sobre todo si uno es observador y se va fijando en todos los detalles. Solo así una persona puede descubrir sus mosaicos o los detalles que los vecinos colocan en las puertas de sus hogares.
En la parte más alta de Altea, encontramos el que es el símbolo de este municipio: la iglesia del Consuelo. Se encuentra en la plaza de la iglesia y es famosa sobre todo por sus dos cúpulas de cerámica de un azul brillante, que se pueden ver desde cualquier punto de la localidad. Así, dichas cúpulas presiden el pueblo y se observan incluso desde la playa.
Hablando de vistas, no podemos dejar pasar la ocasión de mencionar el mirador de los Cronistas o mirador de la Muralla, situado muy cerca de la iglesia del Consuelo. Es, seguramente, el lugar con mejores vistas de Altea: se ve el pueblo, cuyas calles descienden hasta el Mediterráneo, pero también el puerto y el paseo marítimo. Y no solo eso, sino que te permite ver mucho más allá y contemplar lugares más alejados como son el Peñón de Ifach (una enorme roca situada frente a la costa de Calpe) o los acantilados de Sierra Helada.
Por supuesto, si una de las cosas que atrae a los turistas cada verano es su ubicación junto al mar, no podíamos no hablar de la playa de la Olla, que tiene aproximadamente un kilómetro de longitud. Se trata de una playa algo alejada del centro, por lo que a su alrededor no hay casitas blancas sino chalets y huertas. Y si miramos en la otra dirección, hacia el horizonte, se ven dos isletas que sobresalen del agua y a las que se puede llegar a nado.
Pero esta no es la única playa de Altea, sino que hablamos de un pueblo de costa que tiene otras como por ejemplo la de la Roda, que tiene casi kilómetro y medio de arena y cuenta con la distinción de bandera azul. Junto a ella se encuentra el paseo marítimo, que comienza junto al puerto y en el que hay numerosos bares, chiringuitos y restaurantes en los que comer o tomar algo con vistas al Mediterráneo.