MADRID
Viajamos a la capital de España para conocer la historia que hay detrás de la Real Casa de la Aduana. ¡No te dejará indiferente!
No es ningún secreto que Madrid es una de las ciudades más sorprendentes que podemos encontrar en España. Recorrer sus céntricas calles es algo verdaderamente especial, ya que cuenta con grandes edificaciones y monumentos que tienen una gran historia detrás.
Un claro ejemplo lo encontramos en la conocida como Real Casa de la Aduana, actual sede del Ministerio de Hacienda. Estamos ante una de las obras civiles más imponentes del siglo XVIII. Y es que, a pesar de las numerosas reformas que se han llevado a cabo a lo largo de los años, jamás se ha perdido su apariencia original.
La Real Casa de la Aduana de Madrid, a través de su historia
Esa primitiva Casa de la Aduana, situada en la actual calle de la Bolsa, nos hace viajar hasta el año 1645. La falta de espacio, ya que la Aduana tenía cada vez más competencias, provocó que en 1761, el Rey Carlos III hiciera un encargo muy especial a Francesco Sabatini.
¿En qué consistía? En tener un nuevo edificio para este fin. Por tanto, se escogió un punto estratégico, entre el Palacio de Torrecilla y el Palacio de Juan de Goyeneche. En 1769, prácticamente ocho años después, las obras estaban a punto de llegar a su fin. ¡Fue un proyecto absolutamente impresionante!
Para llevar a cabo esta obra, Francesco Sabatini se inspiró en imponentes palacios del siglo XVI. De ahí que la planta quedase organizada en tres patios. Por si fuera poco, cabe destacar que el edificio, por aquel entonces, estaba dividido en tres alturas y todas ellas perfectamente diferenciadas.
Tiempo después, concretamente en 1848, la Real Casa de la Aduana comenzó a albergar no solamente la Dirección General de la Deuda Pública, sino también la Dirección General de Propiedades y Derechos del Estado, así como la Dirección General de Aduanas.
A lo largo de los siglos, se han llevado a cabo una serie de reformas y construcciones. Las más significativas tienen lugar entre el siglo XIX y el siglo XX, sobre todo las que tienen relación con su fachada. Y es que se consiguió algo tan necesario como era recuperar el aspecto original de la obra de Francesco Sabatini.
Pero no solamente se procedió a la restauración de varios elementos, sino que también se construyeron nuevas zonas. Y todo, evidentemente, por el aumento de competencias de la Real Casa de la Aduana. La primera de ellas tenía como objetivo erigir dos nuevas plantas.
En la segunda construcción se erigió una nueva ala, por el que se tuvo que demoler el Palacio de la Torrecilla. Para que todo quedase más integrado, se tomó la decisión de recuperar la antigua fachada de este palacio cuyo origen es el año 1730. Tal es la historia que hay detrás de la Real Casa de la Aduana de Madrid que, en febrero de 1998, fue declarado Bien de Interés Cultural.