EN LOS CONFINES DE NORUEGA
El cangrejo Rojo Real o centollo de Alaska, es una de las especies marinas más inquietantes. Crece hasta lograr una separación entre patas de hasta 1,8 metros, su caparazón llega a los 28 cm y es posible pescarlo en el mar de Bering (Pacífico Norte), de donde es originario, pero tambiénen el mar de Barents, en el Ártico, entre Noruega y Rusia. Allí fue introducido en los años 60 para promocionar nuevas capturas, un hecho que desembocó en la creación de uno de los safaris más curiosos del mundo.
Se trata del Safari del Cangrejo Real, una de las actividades estrellas que se puede hacer en los fiordos congelados de la región de Kirkenes, al norte de la Laponia noruega. El premio, cómo no, es hacerse con alguno de estos gigantes prehistóricos para cocinarlo, donde adquirirá, tras la cocción, el color rojo característico que les da nombre.
Pero antes de disfrutarlo hay que viajar hasta el confín de Noruega, a la provincia de Finnmark. El mejor momento es a principios de marzo, cuando las temperaturas no son tan extremas como en pleno invierno o finales de otoño. Allí acaba la carretera europea E6, se divisa la frontera con Rusia y las casas, de hecho, son de estilo ruso, habiendo incluso un mercado con productos típicos de ese país en el pueblo de Kirkenes todos los meses. Se puede llegar en avión, pues hay vuelos diarios desde Oslo y Tromsø, entre otras ciudades.
El pequeño pueblo minero de Kirkenes, con 3.300 habitantes, es considerado la capital de la región de Barents. Está situado entre dos zonas horarias y sus habitantes hablan noruego, sami, ruso y finlandés; toda una mezcla que se refleja también en la cultura y forma de vida de la comarca. También allí se encuentra el SnowHotel, un hotel construido y levantado exclusivamente con hielo y nieve, impresionante sobre todo gracias a un juego de luces único (y como prácticamente todo el tiempo es de noche, no hay que esperar despiertos para verlo).
Las empresas que se dedican a ofrecer a los turistas este safari de cangrejos recogen a los ‘cazadores’ en la misma puerta del hotel y los llevan a la costa, previa parada en una tienda muy particular de souvenirs rusos, junto a una iglesia ortodoxa, que es como estar al otro lado de la frontera, pero sin salir de Noruega. Una vez llegamos al puerto, nos toca ponernos la ropa especial para las inmersiones, impermeable y abrigo al mismo tiempo.
Nos van a dar una pequeña lección sobre el cangrejo, el rey del lecho marino. Navegaremos hasta el mismo borde del hielo ártico. Es la época del apareamiento de los cangrejos y el hielo es el mejor lugar para ello, de ahí que sea más fácil atraparlos, pues normalmente están en el propio lecho marino.
Con o sin captura, la sensación de flotar en el mar de Barents casi helado sin mojarnos y sin pasar frío es única. Claro que siempre hay premio, ya se encargan los buceadores profesionales de las empresas turísticas de acercarnos esos gigantes con patas.
Al volver a puerto, el safari continúa con su parte más sibarita. Primero, viendo cómo se cocina y conociendo recetas típicas. Después toca sentarse a la mesa, romper el caparazón o las patas, y disfrutar de su carne. Se sirve acompañado de pan y salsas como el alioli, y el festín es espectacular. Un final de safari digno de los amantes de la alta cocina.
Más información:
Turismo de Noruega