PAÍS VASCO
Viajamos hasta el País Vasco para conocer la historia que esconde el impresionante Santuario de Arantzazu. ¡No te dejará indiferente!
Es el momento más que perfecto para poner rumbo al País Vasco, concretamente a la zona de Oñate. Es en ese mismo punto donde encontramos una de las edificaciones religiosas más espectaculares de toda España. Estamos hablando, cómo no, del Santuario de Nuestra Señora de Arantzazu.
Es allí donde se encuentra la Virgen de Aránzazu, patrona de la provincia de Guipúzcoa, y donde se rememora su leyenda que nos hace viajar hasta el año 1468. En cuanto a la etimología del nombre del lugar, Virgen y Santuario, tiene estrecha vinculación con la aparición de la Imagen. Arantzazu está formado por “arantza” (espino) y “zu” (abundancia). Sería algo así como “abundancia de espinos”, haciendo referencia al lugar que rodea al Santuario.
Un dato a tener en cuenta de esta construcción es que está situada a unos 750 metros sobre el nivel del mar, en un entorno rodeado de vegetación. Es importante tener en cuenta que, desde el año 1514, este Santuario está servido por la Orden de los Franciscanos. En cuanto a la basílica, que se construyó en la década de los 50 del pasado siglo, se ha convertido en una auténtica obra arquitectónica, artística y escultórica.
A pesar de la larga historia de este Santuario, hay algo que produce muchísimo pesar: no quedan muchos documentos ni reliquias. Y es que fueron varios los hechos, entre los que destacan tres incendios, los que provocaron que se perdiera gran parte de su patrimonio. De esta forma, se vieron en la obligación de empezar desde cero, creando un nuevo Santuario sobre los restos de la edificación anterior.
¿A qué debe su nombre el Santuario de Arantzazu?
Existen muchas teorías sobre el origen de este lugar. Las más sonadas, están reflejadas en una de las obras de Esteban de Garibay, que data del año 1571. Asegura que la Virgen se le apareció a una doncella, que era conocida como María de Datuxtegui. La otra versión nos lleva a un pastor, llamado Rodrigo de Balzategui.
Él, al parecer, fue quien descubrió la Imagen de la Virgen, junto a un cencerro, entre una densa mata de espinos. Rodrigo, nada más verla, exclamó: “¿Arantzan zu?”, que sería algo así como “En el espino, ¿tú?”. Esta leyenda vuelve a hacerse presente en 1648, en unos escritos del franciscano Gaspar de Gamarra.
Lejos de que todo quede ahí, el reconocido historiador Padre Lizarralde no dudó en crear el escudo del Santuario. Para hacerlo posible, decidió basarse en esta leyenda. De esta forma, diseñó un espino del cual brota nada más y nada menos que una estrella. Ésta, con su luz, espanta al dragón. Además, en la pequeña cenefa, se puede leer lo siguiente: “Arantzan zu”.