NAVARRA
Ponemos rumbo a Roncesvalles, en Navarra, para conocer la historia que esconde la Capilla de Sancti Spiritus, más conocida como Silo de Carlomagno.
No es ningún secreto que Roncesvalles se ha convertido en uno de los lugares más visitados de Navarra. Y siendo honestos, no es para menos. Allí encontramos numerosas construcciones, monumentos y rincones de ensueño que no dejan indiferente a nadie, ni mucho menos.
Un claro ejemplo lo encontramos en la Capilla de Sancti Spiritus, conocida popularmente como Silo de Carlomagno. Pero ¿por qué recibe ese nombre? Porque supuestamente su origen se debe al enterramiento de aquellos guerreros francos que cayeron en el año 778. Sea como sea, esta construcción nos remonta al siglo XII y, por ende, se trata de la construcción más antigua de Roncesvalles.
Por lo tanto, gracias a este texto, se puede saber que el aspecto actual del Silo de Carlomagno es bastante similar al de entonces. Entre sus numerosas características, destaca por su techo a cuatro aguas, cubierto a la perfección por una serie de lajas calizas escamadas.
A lo largo de los siglos se han hecho numerosas reformas, a la par que transformaciones. A pesar de todo, siempre se ha tenido algo claro: mantener esa pura esencia de la Capilla de Sancti Spiritus. No podemos dejar de mencionar el pozo que servía de osario sobre el que está situada esta construcción, que fue reforzado con una bóveda de cañón y fuertes muros de mampostería.
En cuanto a la distribución del Silo de Carlomagno, es de bóveda sencilla de crucería simple y de planta cuadrada. En la primera mitad del siglo XVII se optó por construir un pequeño claustro con arcada de piedra, de medio punto, cuyos arcos descansan en sorprendentes pilares con imposta superior. ¡Es un hecho que no le falta detalle!
Lo que es un hecho es que esta curiosa capilla de Roncesvalles es considerada como nada más y nada menos que un templo funerario, pero hay que tener en cuenta algo: los enterramientos en este lugar no fueron algo perpetuo en la Edad Media. En ese recinto lo que se hacía era oficiar misas por el alma de aquellos peregrinos que fallecían en el hospital que tras haber sido enterrados en otro lugar y pasado un tiempo, sus restos eran depositados en el osario bajo la capilla. A pesar de todo, hay que destacar que desde hace tiempo, en el claustro son enterrados tanto canónigos como beneficiados de la colegiada. Un dato curioso es que la lista de todos ellos está perfectamente enmarcada en el muro posterior.