España
Una escapada valenciana...
Valencia es uno de esos destinos perfectos para un viaje de fin de semana o puente, ya que integra en una misma ciudad multitud de alternativas, de esas que consiguen hacer que una escapada sea memorable. El Mediterráneo unido a su casco viejo, a sus barrios más alternativos, a sus propuestas culturales y, por supuesto, a sus vanguardistas obras arquitectónicas, convierten a Valencia en nuestro próximo destino Viajestic. Nuestra escapada valenciana comienza en la playa de La Malvarrosa, en su paseo marítimo para más señas, por aquello de mojar los pies en nuestro Mar del este y cargar nuestros pulmones de sabor a sal. Por allí podremos degustar, bajo el flamante sol levantino, una exquisita paella, de esas que hacen afición en La Pepica, todo un clásico de la ciudad. Ya con el estómago contento, nos dirigimos hacia la Marina Real Juan Carlos I, una caminata que nos vendrá de maravilla para ponernos de nuevo a tono. Allí se ubican los Tinglados o almacenes pesqueros, el edificio del reloj y el Veles e Vent, emblema de la Marina. Si tenemos tiempo podemos subirnos a una de las Golondrinas, unos barcos que nos llevarán a dar un paseo por el puerto valenciano, donde a buen seguro nos toparemos con embarcaciones dignas de museos navales. Dejamos la costa para adentrarnos en el interior de la ciudad, no sin antes recorrer la esplendorosa Ciudad de las Artes y las Ciencias, un conjunto arquitectónico de aires modernistas diseñado por Santiago Calatrava y Félix Candela. En este espacio, enfocado en el universo de la cultural y el entretenimiento, nos encontraremos hasta siete edificios diferentes, entre los que se hallan el gigantesco Palau de les Arts Reina Sofía, el Museo de las Ciencias Príncipe Felipe –un espacio donde interactuar en primera persona con la ciencia-, el Hemisfèric, el Oceanogràfic -buena opción si vamos con niños- o el Ýgora. Siguiendo los jardines del Turia, que ocupan el lugar que en otro tiempo correspondía al río Turia, daremos un paseo en bici hasta el centro neurálgico de Valencia. Pararemos en primer lugar en el Mercado de Colón, una regia estructura de hierro y ladrillo en la que lo industrial se convierte en bonito. Siguiendo la calle Colón, repleta de tiendas y grandes almacenes, nos colaremos en sus calles anexas, como Cirilo Amorós o Jorge Juan, en las que se ubican algunas de las mejores boutiques de moda de la urbe levantina, junto con su Milla de Oro, situada en las cercanías del Palacio del Marqués de Dos Aguas. Uno de los barrios con más personalidad de la ciudad es El Carmen, donde se dan cita los jóvenes más alternativos de la ciudad en busca de planes un poco más atípicos. Nos perderemos por sus calles adoquinadas, descubriremos algunos de sus edificios más emblemáticos, atravesaremos sus Torres medievales y, por supuesto, nos sentaremos en alguna de sus terrazas para saborear con calma una refrescante horchata valenciana. Si buscáis otro barrio con carácter os aconsejamos Russafa, una zona multicultural con mucho encanto. Ya en el casco viejo de Valencia, visitaremos –como buen turista que se precie- la plaza del Ayuntamiento, donde las cúpulas, torretas y templetes se combinan con edificios de solera valenciana. En las proximidades se sitúa el modernista Mercado Central, la catedral del comercio valenciano, que nos impactará por sus dimensiones y nos cautivará por su ajetreo dicharachero rodeado de un marco de postal. Justo enfrente se levanta la Lonja de la Seda, uno de los edificios icónicos de esta metrópoli, un fascinante ejemplo de gótico civil del siglo XV convertido en Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO. Alcanza una extensión de cerca de dos mil metros cuadrados y está compuesto por tres cuerpos o espacios, así como por un patio de naranjos. Llaman la atención las columnas helicoidales que pueblan su Sala de Contratación. Muy cerca de allí, la Plaza Redonda con sus puestos de hilaturas y bordados se cruza en el camino del viandante antes de llegar a la Catedral valenciana, la Seu, una imponente obra arquitectónica del siglo XIII en la que se combinan diferentes estilos, reflejados perfectamente a través de sus tres Puertas: la de los Hierros de estilo Barroco, la de los Apóstoles de aire gótico y la Puerta del Palau, románica. El Miguelete, el campanario de la Catedral, es otro punto de referencia en esta visita al casco viejo valenciano. Se trata de una torre octogonal de más de cincuenta metros de altura que, tras previa subida a sus más de doscientos escalones, ofrece al visitante unas fabulosas vistas de la ciudad. Hechos los honores, no nos queda sino que despedirnos de la capital de las Fallas con otra suculenta horchata valenciana. Salud.