Tarragona
Tarraco o Tarragona, como la conocemos ahora, fue una importantísima ciudad durante la ocupación romana de la península ibérica. Aún quedan muchos vestigios que nos hacen recordar esa época tan lejana.
Para este viaje, además de desplazarnos hasta Tarragona, deberemos usar mucho nuestra imaginación para vislumbrar esta ciudad en su máximo esplendor durante la Edad Antigua. La ciudad de Tarraco era la capital de la región de Hispania Citerior o Hispania Tarraconensis, por lo que era una de las más importantes y monumentales. De hecho, cuentan las crónicas que tan bien desarrollada estaba la red de alcantarillado de la ciudad, que el emperador Augusto disfrutó mucho de su estancia en la ciudad, y hasta se quedo más tiempo del que estaba previsto.
En los restos de la ciudad romana identificaremos los del antiguo foro romano, era el centro de la vida de la ciudad, en él se llevaban a cabo diversas actividades como el mercado, reuniones políticas, y también solía incluir un templo. Como capital que era, Tarraco contaba con anfiteatro, construido fuera de las murallas, pues era el edificio más grande, ya que era donde se celebraban las carreras de cuadrigas. Data del siglo II d.C. También tenía un teatro que se apoya en una ladera. El teatro tarraconense contaba con rico repertorio de estatuas que se conserva en el Museo Arqueológico de Tarragona, pero de la estructura del teatro a penas se conservan unos pocos restos. Además, el telón marmóreo de la escena incluía la presencia de estatuas en mármol dedicadas la familia y majestad del emperador Augusto.
Y por supuesto, no podía prescindir de circo, el lugar que entretenía a los ciudadanos sin importar su condición social. Aquí ocurrían los famosos enfrentamientos entre gladiadores. El de Tarraco es el mejor ejemplo hispano de integración de una estructura arquitectónica de estas características en el tejido histórico de una ciudad superpuesta actual. Construido a finales del siglo I d.C, está emplazado intramuros.
Pero no todo era ocio y diversión, también había que abastecer a la ciudad, para que pudieran disponer de agua, por eso los romanos levantaron uno de los mayores acueductos de la península. Es el acueducto de les Ferres, también conocido como “puente del diablo”. En la actualidad queda en pie parte de su arquería, pero es suficiente para hacernos a la idea de su envergadura. Por él discurría el agua desde el río Francolí hasta la polis. Fue construido en el siglo I a.C. por Augusto.
Como vemos este emperador hizo grandes cosas en Tarraco, y en su honor levantaron un templo de la ciudad. Nuestro paseo por el conjunto arqueológico romano de Tarraco nos desvela que es uno de los más extensos se conservan en España. En el año 2000 la UNESCO lo declaró Patrimonio de la Humanidad. Además, estamos en el asentamiento romano más antiguo de toda la península. Y no es raro, pues lo griegos ya habían estado aquí anteriormente y se había generado un fuerte núcleo comercial. Los romanos aprovecharon el bullicio de la ciudad y establecieron aquí la capital. Estaba cerca de Roma, se accedía fácilmente por mar y ya sabemos que los romanos eran los mejores construyendo calzadas.