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Aunque no sea el estilo más bonito o popular, el brutalismo ha dejado algunas joyas en diferentes países alrededor del mundo. Este movimiento artístico arquitectónico goza de su mayor auge entre las décadas de 1950 y 1970, y surge como descendiente del modernismo.
Su estética se caracteriza por enseñar los materiales con los que se ha construido el edificio, normalmente es hormigón, sin embargo, también se han usado materiales como ladrillo, cemento y arena, en resumen, materiales de aspecto árido y frío. Su principal propulsor fue el arquitecto suizo Le Corbusier (Charles-Édouard Jeanneret-Gris). El nombre de ‘Brutalismo’ tiene su origen en la palabra béton brut que significa 'hormigón crudo'. Más adelante un crítico de arquitectura británico, Reyner Banhan, adapta el término al que conocemos de ‘brutalismo’ (brutalism en inglés).
El brutalismo se popularizó entre los edificios gubernamentales e institucionales, por eso no es de extrañar ver hoy en día edificios oficiales como la Biblioteca Nacional en Buenos Aires o el Teatro Teresa Carreño en Caracas siguiendo esta estética. Estos edificios suelen reproducir formas geométricas y se acentúa el plan arquitectónico del conjunto de las principales funciones de los edificios. Con una apariencia imponente y áspera, el brutalismo se hizo popular para dar lugar a edificios educativos (especialmente edificios universitarios). Y, aunque se trate de universidades, capillas o teatros, algunos recuerdan a la estética de las cárceles.
Detrás de todo este hormigón crudo había una filosofía, además de la estética de dejar al descubierto los materiales de construcción, que se asociaba con una ideología utópica socialista. De hecho, los arquitectos de edificios brutalistas tendían a apoyar esas ideas. No es de extrañar que este estilo arquitectónico tuviese una gran presencia en la arquitectura de los países comunistas europeos como Bulgaria, Checoslovaquia, República Democrática Alemana o Yugoslavia. Tal importancia cobró en alguno de los países, que en Checoslovaquia se intentó de crear un estilo arquitectónico "nacional" pero también "moderno socialista", y se pretendía que fuese el brutalismo.
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