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Italia

Diez villas muy privadas en el corazón de la Toscana

La Toscana siempre es una buena excusa para viajar a Italia. Sus idílicos paisajes, sus ciudades y su gastronomía (y el vino) atrapan el corazón. Pero si encima se alojan en estas diez villas privadas… la vida cambia para siempre.

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Hablar de la región Toscana es hacerlo de Florencia (la capital) y su hermoso renacimiento; de Pisa y su torre inclinada; de Chianti; de Siena; de San Gimignano; de Monteriggioni; de Volterra; de Lucca; de Viareggio; y, por supuesto, de Val D’Orcia (Patrimonio de la Humanidad) y sus verdes campos y viñedos. Pues en este lugar al sur de Siena se encuentra Montalcino (célebre por sus grandes y espectaculares vinos) y muy cerca se levanta Rosewood Castiglion del Bosco, diez villas privadas de otro planeta.

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Sus más de 2.000 metros cuadrados de campo pertenecen a Massimo y Chiara Ferragamo (¿les suena el apellido?) y albergan viñedos –en donde elaboran su propio vino Brunello di Montalcino)–, las ruinas de un castillo, una iglesia medieval y el Borgo, un pequeño pueblo cargado de historia que es el corazón del resort. Pero también diez villas privadas, recién restauradas, que, por primera vez, abren sus puertas en invierno (y hasta el 12 de abril).

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Estas lujosas villas eran granjas que datan de los siglos XVII y XVIII y expresan con toda su fuerza la esencia de la Toscana, de sus paisajes, de su espíritu bon vivant. En su interior, texturas de piedra y madera, antigüedades, piezas artesanales y muebles a medida, diseñados por la propia Chiara Ferragamo. Eso sí, las comodidades son contemporáneas, no se crean.

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Desde la villa de dos habitaciones hasta la de 12 plazas, todos estos santuarios del placer incluyen su propia piscina climatizada, comedores, salones, chimenea, cocina y pantalla plana de televisión. Bueno, algunas disponen de su propia pista privada de tenis y barbacoa al aire libre para esas Pizza parties tan queridas por los lugareños. Casa ‘casita’ está abastecida con productos culinarios locales y, claro, por Brunello di Montancino..

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Chiara lo tenía muy claro: que tanto el resort (que acoge 23 suites) como las villas fueran una casa, un hogar, en vez de un hotel al uso. Así que diseñó todos los interiores con ese toque personal tan Ferragamo, con elegancia, calidez, textiles suaves y sin olvidar la tradición artesana y artística de la Toscana.

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Si quieren salir a tomar el aire y descansar de las villas, siempre pueden darse una vuelta por el Borgo, el pueblo-resort que corona una cima y en el que vibran de actividad una escuela de cocina, tiendas de artesanía, una huerta en la que cultivan verduras orgánicas, la Osteria La Canonica y un delicioso restaurante, Campo del Drago, especializado en platos tradicionales transalpinos y capitaneado por el chef Enrico Figluolo. También pueden disfrutar del spa del propio Rosewood Castiglion del Bosco, de su infinity pool y del gimnasio.

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La vida muelle está bien, pero en ocasiones merece la pena mover el esqueleto y ya que uno está en la Toscana… Rosewood Castiglion del Bosco ofrece a los huéspedes sumergirse en el estilo de vida y las tradiciones de la región y ‘diseña’ actividades a medida: catas en su propia bodega, búsqueda de trufas, montar en bicicleta por los senderos de los alrededores, campo de golf privado de 18 hoyos, paseos en globo aerostático e incluso observación de estrellas dirigida por un astrónomo.

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