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El impresionante fenómeno del faro del lago Míchigan: Se transforma en una escultura de hielo

Con la llegada del invierno, el faro de St. Joseph, en el lago Míchigan, se transforma por completo: las bajas temperaturas, el hielo y la nieve lo convierten en un paisaje irreal. Cada año, este espectáculo natural deja a los visitantes boquiabiertos, y en Viajestic te contamos todos los secretos de este increíble fenómeno.

Los faros no solo han salvado la vida de marineros durante siglos, sino que hoy nos regalan su belleza arquitectónica, como guardianes que parecen abrazar el mar. En España contamos con cientos de ellos, y en Mallorca incluso existe una ruta de faros. Pero esta vez nos trasladamos a Estados Unidos para descubrir el faro de St. Joseph, en Michigan, que cada invierno se transforma gracias a un fenómeno natural, ofreciendo un espectáculo único y congelado.

El faro de St. Joseph se encuentra en la desembocadura del río St. Joseph, en la costa oeste del lago Míchigan, en el estado de Michigan, EE. UU. Originalmente construido en 1832 y reconstruido varias veces a lo largo del siglo XIX, este faro ha sido un elemento vital para la navegación local, guiando a pescadores y embarcaciones comerciales a través de las peligrosas aguas del lago, especialmente durante tormentas o en condiciones de baja visibilidad. Su estructura, de ladrillo y acero, se eleva sobre un espigón que se adentra en el agua, combinando funcionalidad con un encanto clásico que ha convertido al faro en un símbolo histórico y cultural de la región.

Durante el invierno, el faro de St. Joseph se transforma en un espectáculo natural casi irreal. La humedad del aire, al entrar en contacto con el viento helado que barre el lago, se congela de inmediato, formando capas sucesivas de hielo que cubren la torre, las barandillas y las escaleras. Este proceso crea esculturas de hielo impresionantes que parecen talladas a mano, haciendo que el faro luzca como una escena sacada de un cuento de invierno. Los tonos azulados y blancos del hielo brillan con la luz del sol o la luna, mientras las olas y el viento completan la atmósfera mágica del lugar.

El espigón y el muelle cercanos permiten a los visitantes caminar sobre la escarcha, contemplando el lago parcialmente congelado y capturando fotografías únicas que solo se pueden lograr en esta época del año. Fotógrafos y turistas se acercan desde distintos puntos para admirar esta combinación de historia, arquitectura y naturaleza transformada por el frío. Así, el faro de St. Joseph no solo cumple su función original de guiar a los navegantes, sino que también se convierte en una postal invernal impresionante, ofreciendo un espectáculo de hielo y luz.

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