Está en Siberia
En el corazón de Siberia, en la República de Saja encontramos esta pequeña población que no llega a los mil habitantes. Con temperaturas que superan los 40º grados bajo cero, nueve meses de invierno, uno de verano y dos de transición, los habitantes de Oymyakon están más que acostumbrados a estas extremas temperaturas.
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El verdadero Polo del Frío se encuentra es esta población siberiana, donde el récord de la temperatura más baja está en 71,2 º grados bajo cero. Las casas, aunque bien acondicionadas, no tienen agua corriente porque se congelarían las tuberías y por esta misma razón el retrete está en una caseta fuera de la casa.
Para acceder a las viviendas y que no se pierda la calefacción, entre la entrada de la calle y la entrada de la casa, hay una zona de transición que está a unos menos 10º. Las viviendas cuentan con el menaje necesario, es decir, los fuegos y el horno. Prescinden de electrodomésticos como microondas, lavadora o lavavajillas. La ropa que se lava y se cuelga fuera para que se airee, se queda congelada en cuestión de minutos.
Un tercio de la población son niños, y van todos los días a la escuela. El colegio no cancela las clases a no ser que se superen los 52º bajo cero. Los sueldos rondan los 400 euros mensuales, pero la mayoría de aldeanos lo combinan con la actividad de la pesca. Para abastecerse de agua cortan grandes bloques de hielo que posteriormente derriten en las viviendas para tener agua líquida; o pasa un camión cisterna para proporcionársela.
En Oymyakon solo hay una tienda, una especie de ultramarinos que tiene todo lo que los aldeanos pudieran necesitar, desde una gran variedad de vodkas rusos a trajes de fiesta y vestidos para los más pequeños.
¿Cómo es posible que lleguen a tales temperaturas? La aldea está situada al fondo de un valle y apenas hay viento. Cuando el aire frío baja desde las montañas por su propio peso se quedan en el fondo del valle, donde se sitúa Oymyakon, se queda ahí y se va enfriando más y más el ambiente. En verano, sin embargo, alcanzan los 40º. Otra curiosidad de este recóndito lugar, es que los termómetros que usan son de alcohol, pues el mercurio se congela a partir de los 39º bajo cero.
Una antigua leyenda habla de que en las manos Chys Kha, el Señor del Frío, nace el invierno. Luego le encarga a Papá Noel, San Nicolás… que lo haga llegar a Europa. Este personaje comparte la estética de la larga barba blanca con San Nicolás, sin embargo sus vestiduras son azules, más acorde con los colores fríos del invierno. Y porta un gran báculo que le ayuda a avanzar a través de la nieve.
Los coches, en este blanco y gélido paraje, deben ser aparcados en garajes con calefacción, de otra forma no podrían volver a arrancarse. De hecho, los coches que se ven por las calles están siempre en movimiento, sino la gasolina se congelaría.
Ajedrez, pingpong, música o fútbol sala son algunos de los principales pasatiempos de los habitantes de este singular pueblo. Los fines de semana el centro cultural se convierte en polideportivo, discoteca o lugar de recreo para todos, niños y adultos.
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