Turismo fotográfico desde el sofá
La segunda quincena de noviembre es el momento del año en el que el otoño brilla con su máximo esplendor en Tokio, la ciudad deslumbra en granates, dorados, naranjas y tonos tierra y hace si cabe más notable el contraste de tradición y vanguardia que es lo que hace tan singular a la capital nipona.
Más allá del hecho incuestionable de que Tokio es una ciudad para vivirla entera y de que, dado que puede que solo la visites una vez en la vida, no querrás perderte nada, hay lugares que, especialmente en otoño, merecen toda nuestra atención: los jardines Rikugien, del periodo Eda o los jardines Ninomaru junto al Palacio Imperial, también los jardines Kishikawa Korakuen y el Jardín Nacional Shinjuku Gyoen; imperdibles son los Montes Takao, Mitake y Yyama y la región de Okutama, toda ella porque son las zonas más silvestres de Tokio.
Imposible visitar Tokio en otoño y no enamorarse del árbol Ginkgo que en esta época del año, justo antes de perder sus hojas, es dorado y aun cuando las pierde, su estampa con el suelo alfombrado por las hojas caídas es igualmente espectacular. Para ver el Ginkgo en todo su esplendor puedes dirigirte a Meiji Jingu Galen porque una de sus avenidas discurre flanqueada por 150 árboles de Ginkgo; el parque público Hikarigaoka es otro lugar destacable a cuenta de estos árboles porque los suyos, unos cuarenta, son todos centenarios.
Si quieres quitarte el mono de Tokio y perderte en la capital nipona en otoño sin moverte del sofá piérdete en esta galería de imágenes.