Estremecedor
La historia del RMS Titanic la conocemos todos, bien por la curiosidad y más bien por la romántica película de James Cameron, con una jovencísima Kate Winslet y el aún ligerito Leonardo Di Caprio. Es más, seguro que cuando piensas en el Titanic oyes de fondo a Celine Dion cantando My heart will go on, ¿verdad?. Por supuesto la historia del Titanic no es una historia romántica, es la de un desastre colosal por el tamaño del buque, por la seguridad que tenían sus armadores de que era el más seguro del mundo (casi imposible de hundir) y sobre todo por la cantidad de personas que murieron en el hundimiento entre otras cosas por las escasas medidas de seguridad y por la mala organización en el desalojo del barco durante las dos horas y media que tardó en alzarse, romperse y hundirse.
Así que ¿cómo no sentirse tentando por este tirón comercial para organizar viajes a visitar lo que queda en el lecho del mar de aquel barco que no se podía hundir? Pues varias son las empresas que llevan años dedicadas a la labor de intentar organizar estos viajes. Primero aprovechando que el 14 de abril de 2012 se cumplían cien años de su hundimiento al chocar contra un iceberg cuatro días después de comenzar su viaje inaugural entre Southampton y Nueva York. Pero resultó imposible llegar a tiempo. Ahora han pasado seis años del centenario y parece que ya está más cerca.
Una de las empresas que se ha propuesto llevarnos a ver los restos del Titanic es Ocean Gate, que ya había anunciado que sería este año pero que ha tenido que posponerlo para el que viene bajo el juramento de que sí o sí lo van a lograr. Las reservas están abiertas por un módico precio de 90.00 euros que se correspondería con el billete de primera clase del Titanic en su viaje inaugural pero muy lejos de disfrutar de los lujos y comodidades, de todos los servicios que ofrecía el majestuoso crucero: ni piscina, ni gimnasio, ni biblioteca, ni restaurantes de lujo… ni la banda tocando en cubierta.
Por supuesto, técnicamente tiene una complejidad tal que les está costando más de lo que se esperaba. La presión que existe a 3.784 metros de profundidad lo complica todo. Si piensas que los submarinos convencionales pueden alcanzar profundidades de 6 o 7 mil metros, te extrañará que no lo hagan utilizando un submarino normal y corriente, pero no es tan fácil. Piensa que estamos hablando de ver el Titanic. Para verlo habría que ponerle ventanas al submarino, lo que es un problema estructural con la presión que puede poner en peligro toda inmersión. Aquí el handicap.
Pero esa es una, luego está convertirlo en una agradable inmersión, que el pasaje esté a gusto y pueda disfrutar de lo que por las imágenes que hay suponemos es una visión estremecedora e imponente del casco de 263 metros de largo (en dos partes) y de 53,3 metros de puntal fantasmagóricamente varados en el fondo del mar. Esta comodidad no parece que sea la prioridad.
Así que no puedes esperar que sea nada romántico, puede que incluyan música de fondo, puede que incluso la banda sonora de la película, pero será un viaje a las profundidades casi de terror, oscuro, frío y para ver una mole oscura de hierros desvencijados protagonistas de uno de los capítulos más tristes de la humanidad. Eso por un dineral. Claro que seguro que todo eso hace del viaje una experiencia inolvidable que te permitirá decir que has visto el Titanic de cerca. Algo que hoy pueden decir muy muy pocos.