Irene Vallejo: "Gracias a la mentira de la literatura podemos contar las verdades del mundo"

La autora de El infinito en un junco vuelve ahora con El inventor de viajes, otro libro que nació casi a la vez que su best seller y de la misma necesidad de viajar sentada en el sillón de un hospital.

 |  Madrid | 01/11/2024

El otoño llega definitivamente a Madrid el día que me cito con Irene Vallejo en las oficinas de la editorial Siruela.

Será la primera vez que nos veamos cara a cara, aunque nos "conocimos" hace cinco años, cuando nació el proyecto de Ahoraqueleo.com y me encargaron entrevistar a la autora de un ensayo que se acababa de publicar sobre la historia de los libros y que estaba entusiasmando a todo el que lo leía.

El infinito en un junco todavía no era el fenómeno editorial que es hoy y Vallejo era solo una encantadora desconocida que me contó, al otro lado del teléfono, cómo había llegado hasta ahí.

Ahora, la vida es otra. Acaba de publicar El inventor de viajes, una preciosa adaptación ilustrada de las Historias verdaderas que Luciano de Samósata escribió en el siglo II a. C.

PREGUNTA. Me gusta mucho cómo empieza El inventor de viajes: "Sólo te voy a contar una verdad y es que todo es mentira". Entonces, todo esto de la literatura, ¿se resume en eso? ¿Es gente que miente y otros que nos dejamos engañar?

RESPUESTA. Claro. A mí me parecía muy divertido hablar con los niños sobre las ficciones, sobre qué son estas historias falsas que nos contamos y que nos importan tanto. Por qué queremos escuchar una historia sabiendo que es mentira todo lo que nos van a contar. Me parece una conversación bonita, y también explicarles la diferencia.

Como digo en el cuento, una historia, una novela, un relato es una mentira con aviso, porque no la cuentas para engañar, no quieres que crean que estos personajes existieron de verdad, que son personas de carne y hueso. Es una mentira para jugar, que no tiene que ver con los hechos alternativos, las fake news, los bulos o las mentiras de la vida.

El encanto de Irene Vallejo

Cuando decía antes que Irene Vallejo era una mujer encantadora no me refería a la acepción de simpática o agradable, que también, sino a la otra acepción que da el diccionario y que tiene que ver con la magia.

Tiene algo en su forma de narrar, de mover las manos, algo en el timbre y el tono de su voz que hace que te entregues por completo a su relato. Una hoguera bajo una noche estrellada sería el escenario en el que imagino a aquellos primitivos cuentacuentos que trasmitían la cultura de forma oral a las nuevas generaciones.

P. La ficción nos sirve para contar verdades de las que de otra forma no podríamos hablar con los niños.

R. Sí. En El inventor de viajes, por ejemplo, aparece una guerra en las estrellas, como una especie de antecedente de Star Wars. Una guerra entre el sol y la luna por colonizar unas estrellas. En un momento dado levantan un muro en nuestro mundo, donde vemos también mucho debate alrededor de los muros.

Son cuestiones que de verdad nos afectan y en las que conviene pensar. Pero están contadas de una manera muy paródica dentro de un relato humorístico. Creo que también es una forma de acercamiento a lo que nos pasa, a lo que nos preocupa o a lo que nos angustia. La última paradoja es que gracias a esas mentiras podemos contar ciertas verdades sobre el mundo.

"La última paradoja de la literatura es que gracias a esas mentiras podemos contar ciertas verdades sobre el mundo"

P. Me ha sorprendido reconocer en este cuento muchas historias que han venido después, como la de Jonás y la ballena, Pinocho o La vida de Pi, que empieza muy parecido. ¿Ya está todo inventado?

R. Es que este relato, las Historias verdaderas de Luciano de Samósata, que yo he elaborado y reescrito en El inventor de viajes, en realidad está en la base de toda la literatura fantástica y en parte también de la ciencia ficción.

Es la primera vez en la historia de la literatura que se viaja a las estrellas y al espacio. El episodio de la ballena, efectivamente, es Pinocho; Jonás es un poco el personaje de la ballena de Moby Dick, y tenemos también huellas de Ray Bradbury.

Además, a mí me gusta decir que Luciano de Samósata, que nació en Siria, era en realidad un gran mestizo, porque era semita, escribía en griego y era ciudadano romano. Es como la confluencia de Oriente y Occidente. Y donde él nació, unos siglos después, empezaban a nacer Las mil y una noches, así que él es un poco parte de ese ambiente de narraciones, de cuentos, de historias de navegantes que llegaban y contaban relatos de islas fabulosas.

Nació en la capital de la fantasía y eso es maravilloso porque nos habla de ese apetito que tenemos todos los seres humanos por que nos cuenten una buena historia.

"La literatura hace que te enfrentes a las diferentes situaciones que se te pueden presentar en la vida, pero en un entorno seguro"

P. Además, esos cuentos, como Caperucita y tantos otros, eran lecciones para niños y no escatimaban en violencia.

R. Y las mitologías, como por ejemplo la mitología griega, es muy despiadada y está llena de sangre, de crímenes y de agresiones. Pero tiene mucha fuerza, precisamente, porque no retrocede ante ninguna de las situaciones duras y fuertes que presenta la humanidad. La literatura tiene ese papel, la de enfrentarte a las diferentes situaciones que se te pueden presentar en la vida pero en un entorno seguro.

Para mí, la literatura de terror es como una vacuna: te inocula una pequeña cantidad de esa sustancia, tu cuerpo la asimila y cuando te encuentres en una situación terrorífica en la vida ya estarás un poquito más preparado.

El larguísimo recorrido de 'El infinito en un junco'

En este viaje por los libros le pregunto si sigue siendo La odisea su libro favorito, el que salvaría de toda la historia tal y como me contó la primera vez que hablamos. Sigue siéndolo, lo considera su primer amor, es la historia que le contaba su padre y que ella creía que él se inventaba. También es el origen de todo, en La odisea está la historia de la humanidad, nuestros deseos más profundos y la dicotomía más básica de todas: la aventura o el hogar.

Aprovechando el texto de Homero recordamos aquel día que hablamos por teléfono antes de que su vida cambiara por completo. El infinito en un junco era un ensayo recién publicado después de que varias editoriales lo rechazaran (hoy se estarán tirando de los pelos).

El libro había nacido en un hospital, entre tantas horas muertas que la autora tenía mientras cuidaban a su hijo y se planteaba qué sería de sus vidas. Ya había publicado varios textos en editoriales pequeñas, pero pensó que este podría ser el último.

Y entonces llegó el éxito: más de un millón y medio de ejemplares en cincuenta países, traducción a cuarenta lenguas y el Premio Nacional de Ensayo. Se convirtió, en 25 ediciones, en la quinta mujer en conseguirlo. Hasta el año 2006 ninguna lo había ganado. Fue Celia Amorós la primera en logarlo por La gran diferencia y sus pequeñas consecuencias... para las luchas de las mujeres, la última entrega de una trilogía feminista. Después de Vallejo, en 2020, ninguna mujer lo ha vuelto a ganar.

"Creía que 'El infinito en un junco' era el final y en realidad fue el principio de algo mucho más grande"

Seguir en redes sociales a Irene Vallejo es como una especie de guía de viajes. Japón, China, Colombia, Portugal, Shanghái y Alemania aparecen entre publicaciones de recortes de prensa, portadas de libro y reflexiones de sus viajes por todo el mundo, allá donde la invitan, para hablar de lo que sabe.

P. Hablamos de La odisea cuando acababas de publicar El infinito en un junco. Menudos cinco años entre entonces y hoy.

RESPUESTA. Cinco años que me han puesto la vida patas arriba, me la han transformado totalmente. A mí no me conocía nadie, publicaba en editoriales locales aragonesas, muy pequeñitas, y llevaba esta vida de ir a ferias del libro rurales, a clubes de lectura, a colegios y a institutos, una cosa que he intentado no dejar de hacer porque me enamoré de esos espacios y de la gente que allí cultivaba la literatura con tanta pasión y convicción. Pero ese era todo mi mundo, ni siquiera había publicado en una editorial que tuviera una difusión nacional.

Y, claro, llegar a Siruela con este libro que a mí me parecía un libro muy extravagante, un libro que defendía las humanidades y los clásicos en un momento en que está desapareciendo de todos los sistemas educativos y de los currículos, en un momento en que nos decían que la literatura y la lectura se acababan por las pantallas, por las nuevas tecnologías, por la revolución digital... Yo creía que era el final y en realidad fue el principio de algo mucho más grande.

P. Lo dices casi como con pudor todavía.

R. Sí, es que yo sigo un poco incrédula, todavía me sigue pareciendo que es un libro... (duda). O sea, yo siempre he sido la rara oficial en el colegio, el instituto y en la universidad por lo mucho que me gustaba leer y escribir. Estaba convencida, porque nos lo estaban repitiendo constantemente, de que la gente que amamos los libros éramos cuatro chalados.

"He vivido a través de los libros lo que no podía permitirme en ese momento. Escribirlos ha sido terapéutico"

Cuando publiqué El infinito en un junco y empezó a aparecer de la nada toda esa gente a la que los libros le importa y le apasiona, dije "caray, no estoy sola". No éramos tan poquitos, somos una inmensa minoría.

P. Y este viaje empezó en un momento en tu vida en el que estabas en un sitio cerrado y sin moverte.

R. Creo que tanto El infinito en un junco como El inventor de viajes tienen tanto movimiento, tanta acción, tantos personajes y tantos paisajes porque yo lo estaba escribiendo en un momento en el que mi hijo acaba de nacer, estaba ingresado en el hospital y lo único que hacía era ir de casa al hospital y del hospital a casa. Era una compensación, yo vivía a través de los libros lo que no podía permitirme en ese momento en la vida real. Escribir esos dos libros ha sido terapéutico.

Un éxito por encima de la COVID

El infinito en un junco se publicó el 18 de septiembre de 2019, un día antes de mi cumpleaños, le digo. Las ventas iban bien, pero entonces llegó la pandemia de la COVID y temieron que su viaje se parara aquí. Ocurrió justo lo contrario, las ventas de libros se dispararon, la lectura fue la única ventana que muchos tuvieron al exterior y el único espacio íntimo del que millones de personas que compartían piso gozaron durante semanas.

Los libros se convirtieron en un refugio y sus ventas aumentaron un 2,4% en 2020, una tendencia que continuó en 2021, cuando la venta de libros logró el mayor aumento en dos décadas. Sin embargo, todavía no se han alcanzo las cifras previas a la crisis de 2008, cuando el sector mundial del libro facturaba 3000 millones de euros.

P. Leer está de moda, y además es sano.

R. Leer un libro es relajante. Si una persona lee 15 minutos antes de dormir, tiene más posibilidades de dormir bien. En cambio, mirar una pantalla provoca insomnio, también está estudiado. Entonces la diferencia entre tener libros en la mesilla o tener el móvil es enorme, es entre el insomnio o el sueño reparador.

Las historias que nos quedan

Terminamos porque tiene que coger un tren que no puede perder. Hablamos de algún proyecto que tiene en mente mientras el cámara graba imágenes de recurso y nos despedimos con un selfi, un agradecimiento enorme por mi parte y la convicción de haber conocido a alguien muy especial, una de esas personas que uno piensa qué suerte quien pueda decir que es su amiga.

Quizá en otros cinco años nos volvamos a ver. A saber cuántas historias más habrá contado entonces.

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