La novela más esperada del inicio de año está escrita por una autora desconocida (y te lo adelantamos: es buenísima)
La joven escritora sevillana Mercedes Duque Espiau publica su primera novela, Animales pequeños. Una historia sobre el paso de la juventud a la madurez y todas las derrotas y pérdidas que ello conlleva.
Mercedes Duque Espiau
Editorial: Tusquets
Año de publicación: 2025
No es normal que una primera novela venga precedida por un revuelo de editores, periodistas y autores. Que una editorial tan prestigiosa como Tusquets apueste tan fuerte por una escritora desconocida. Reconozco que esperaba leer estos Animales pequeños de Mercedes Duque Espiau desde hace bastantes semanas, y ahora entiendo el revuelo.
Escrito desde un presente demoledor, salpicado por escenas pasadas que se lanzan como cañas de pescar, a ver qué pueden atrapar de entre los recuerdos de ayer que pueda explicarnos este hoy, Animales pequeños es una novela suave y peligrosa como un armiño. Una radiografía de una generación alimentada por los sueños y devorada por la realidad.
'Animales pequeños' es la radiografía de una generación alimentada por los sueños y devorada por la realidad
Un texto en el que crece una tristeza infinita bajo la capa superficial, pero donde sus personajes (como animales) son incapaces de comprenderla, de verbalizarla y compartirla y, así, aplacarla o, al menos, suavizarla. Porque la vida es tan ridícula como solitaria y nada tiene verdadero peso. Pero cuando comprendes eso, por el camino se ha deshilachado el alma en un desengaño tras otro.
Rita y Lis; Rita y Eva
Rita lleva un año y medio viviendo en Londres con su amiga Lis. Las dos se conocieron en el instituto, adolescentes con dificultades sociales que terminaron siendo imprescindibles la una para la otra. Pasada la veintena, se fueron a Londres buscando un porvenir, un buen trabajo, quizás un novio. Tratando de imitar la exitosa vida de Eva, la hermana mayor de Rita.
Pero la vida siempre tiene otros planes y Rita se gana el pan como camarera de un restaurante de mala muerte, saltando de fiesta en fiesta, utilizando el sexo casual y las drogas como lianas en las que enganchar su día a día. Mientras tanto, Lis se hunde en una aparente depresión en la cama de al lado de su cuarto compartido, sin ganas de irse de fiesta ni de hacer nada, en realidad.
Rodeada de precipicios, a Rita no le queda más remedio que dejarse caer y trata de hacerlo lo mejor posible: lanzándose de cabeza
Rita nota cómo se va abriendo lentamente un abismo entre las dos, entre ella y esa amiga que lo fue todo, que escuchó sus secretos, que compartió sus anhelos, que espoleó sus juergas y exploró los mismos químicos. Y otro abismo en paralelo la separa de su hermana Eva, la mujer perfecta, la hija favorita de sus padres, la del futuro planeado y la vida resuelta, todo lo contrario al caos en el que se ha convertido ella.
Así, rodeada de precipicios que no dejan de crecer, a Rita no le queda más remedio que dejarse caer. Y al ver que no hay más camino posible, trata de hacerlo lo mejor posible. Lanzándose de cabeza.
Una derrota generacional
Animales pequeños es una novela generacional. Es el retrato de una derrota. La de todos esos jóvenes que crecieron pensando que el mundo era un bocado que llevarse a la boca y cuando se dieron cuenta todos ellos tenían cara de almuerzo. Esos jóvenes que vieron cómo sus sueños y su futuro se empezaron a alejar demasiado pronto los unos de los otros, y su paso a la madurez fue a la vez desencanto y bofetada.
El libro es una muestra de lo que la vida puede hacer con nosotras si no somos capaces de amoldarnos a su ritmo de mierda
Pero, además, esta novela habla de lo que perdemos al hacernos mayores. De cómo esas amistades que todo lo curan en la adolescencia terminan por no servir cuando llegamos a adultos. Y de esas relaciones rotas que duelen más que las de pareja, porque el vacío que dejan es más interior que exterior, es extirpar parte de tu propia alma, arrancar la inocencia y tirarla a un charco sucio para comprobar cómo ni siquiera flota.
Y el viaje al infierno de Rita, esa pasarela de dolor que tiene que recorrer sola, se convierte en un escaparate, en un vídeo promocional de la tragedia que el lector devora y comparte. Una muestra de lo que la vida puede hacer con nosotras, del daño que puede infringirnos si no somos capaces de amoldarnos a su ritmo de mierda.
Una ciudad de animales pequeños
Pero esa sensación de empatía que destila todo el libro no sería posible si la historia no estuviese contada con tanto cariño y tanta verdad. La voz de Rita, orgullosa y frágil a la vez, se divide en las páginas de Animales pequeños. Es cruel a veces, directa, suficiente, decidida cuando narra sus peripecias por la capital británica en un tiempo presente atronador.
Lleno de metáforas luminosas, cargada de personajes comparados con animales, esta novela es una mirada a ese zoológico que es Londres
Pero cuando se desliza por el pasado en busca del momento en el que se pudo empezar a cortar el hilo que la unía a su mejor amiga y a su hermana mayor, es dulce y melosa. Es sincera y humilde. Es una niña mayor tratando de entender la vida que le está empezando a pasar por encima.
Lleno de metáforas luminosas, cargada de personajes comparados con animales, esta novela es una mirada a ese zoológico que es Londres en el siglo XXI, donde, rodeados de tiburones, hienas, leones y lobos, hay una multitud silenciosa de animales pequeños tratando en vano de ser felices.
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