Bullying escolar y ciberbullying

Cómo detectar si tu hijo está sufriendo acoso escolar o ciberacoso: estas son todas las señales de alarma

En España, entre un 5-12% de los alumnos sufre acoso escolar. Hoy, 2 de mayo, Día Mundial contra el Acoso Escolar, contamos cuáles son todas las posibles señales que nos hacen sospechar de que nuestros hijos/as pueden pasando por esta situación.

En breve

La hija de Ana -nombre ficticio- empezó a sufrir acoso escolar (o bullying) cuando le cambiaron de aula, en los últimos cursos de la Primaria. Sus padres empezaron a notar cosas poco habituales en ella. Por ejemplo, que ya no le gustaba estar en clase, que no se sentía a gusto con sus compañeros... Y principalmente, por unos ataques de ansiedad que le dieron en el verano.

"Supimos que esos ataques de ansiedad eran porque mi hija no quería volver al colegio en septiembre", cuenta Ana por teléfono a laSexta.com con la intención de ayudar a todos los niños y niñas que sufren esta lacra que es el acoso escolar.

En España, "entre un 5-12% de los chicos/as puede estar viviendo una situación de acoso (la variabilidad depende de los instrumentos de medida que usemos", explica José Antonio Luengo, decano del Colegio Oficial de la Psicología de Madrid (COP) y psicólogo de la unidad de convivencia y contra el acoso de la Comunidad de Madrid.

Normalmente, las situaciones de acoso suelen empezar en la preadolescencia y adolescencia y en torno a los 12-13 años donde esta situación se suele dar más. En 1º y 2º ESO. Sin embargo -añade el experto- "en los últimos 5 años aproximadamente, hemos venido observando un descenso en la edad de inicio: los estudios de hace 10 años hablaban de los 14-15 años y poco a poco hemos ido observando que el acoso empieza ya en edades más tempranas, incluso en la primaria".

Pero también, por contra, "hemos observado una disminución de la prevalencia del acoso escolar en edades superiores de secundaria y esto puede tener que ver con que todos los trabajos de prevención que se han desarrollado, que estaban enfocados fundamentalmente a población adolescente".

"Mi hija sufrió durante mucho tiempo acoso psicológico: la insultaban, la menospreciaban, la excluían... Y eso es muy duro porque los niños/as son muy pequeños para darse cuenta de lo que están viviendo", cuenta Ana. "Todo ello le ha condicionado mucho en su autoestima, en sus relaciones sociales, en su forma de verse... Tanto es así que mi hija ha tenido intento autolitico y ha tenido que ser ingresada. No estamos hablando de algo menor, estamos hablando de un problema serio, de un maltrato que sufren muchos niños y niñas".

Qué es (realmente) el acoso escolar y el ciberacoso o ciberbullying

Es importante tener en cuenta que no solo existe el acoso escolar sino también el ciberacoso, aunque "normalmente suelen ir relacionados, ya que suele haber una combinación de ambos", sostiene el experto. La diferencia significativa entre los dos tipos de acoso es fundamentalmente el lugar donde se ejercen.

Y es importante explicar qué es exactamente acoso escolar porque "no a todo podemos llamarlo acoso o ciberacoso porque si no estaríamos banalizando el problema y desvirtuando y desprotegiendo a la víctima", afirma Sonsoles Gallo, coordinadora de Proyectos Pedagógicos de Colegios CEU.

Por lo que es importante no confundir bullying con discusiones de amigos o conflictos entre iguales o con determinadas bromas puntuales. El acoso escolar es un maltrato continuado. Así y según explica Gallo, "el acoso escolar se da cuando hay un maltrato, de cualquier índole: físico o psicológico, que es reiterado y persistente en el tiempo y cuyo objetivo es minusvalorar alotro: intimidar, asustar, manipular, dañar, lesionar… Tienen un objetivo concreto. Y se ejerce cara-cara".

Mientras que "en el ciberacoso ya no necesitas de una cercanía física o compartir un espacio común, simplemente con un dispositivo que te meta en el mundo digital puedes estar recibiendo acoso de alguien, que además puede ser que no conozcas", añade. Así, desde esta institución educativa se ha puesto en marcha la campaña Cibervalientes contra el acoso, con el fin de concienciación sobre el ciberacoso entre los más jóvenes para generar debate, mover conciencias y ayudar a prevenir este tipo de situaciones en el entorno digital. La prevención es fundamental.

Actualmente, "el ciberacoso ha aumentado y además hemos detectado un ciberacoso o ciberbullying mucho más agresivo, con muchas amenaza. También han aumentado las agresiones físicas, cosa que antes no había tanto", señala María José Fernández, presidenta de la Asociación Madrileña contra el Maltrato Escolar, AMACAE, (el teléfono de la asociación es 689 52 87 92). Esta entidad madrileña no sólo ayuda a las familias y las víctimas sino que también hacen prevención, dando charlas y coloquios en los centros educativos.

De hecho y según datos del III Informe 'La opinión de los estudiantes', presentado la Fundación ANAR y Fundación Mutua Madrileña, en septiembre de 2021 (el último informe publicado hasta la fecha), el ciberacoso ha aumentado a raíz de la pandemia, mientras que las cifras de acoso escolar han disminuido. Así, el 15,2% de los alumnos afirman que en su clase hay algún compañero que sufre acoso escolar, cifra que contrasta con el 34,1% que lo pensaba en 2019. Sin embargo, "a pesar de la reducción de los casos de acoso, los estudiantes admiten que han aumentado las agresiones en grupo: pasando de un 43,7% en 2018-19 a un 72,4% en 2020-21".

Este año, desde la Fundación Mutua Madrileña, se ha realizado un gran mural contra el acoso escolar en el Mutua Madrid Open (en la Caja Mágica de Madrid) dibujado por el ilustrador Isaac Sánchez, conocido como @Loulogio, con motivo del Día Internacional contra el Acoso Escolar (2 de mayo). La pieza -que es el dibujo que encabeza este reportaje- plasma los dibujos realizados por niños y adolescentes ganadores del concurso del mismo nombre (El Bullying No Pinta Nada) y se podrá ver durante la celebración del torneo de tenis, hasta el 8 de mayo.

Acoso escolar y ciberacoso: todas las señales de alerta

"Muchas veces, los niños y niñas no le cuentan a sus familias por miedo, por vergüenza... Por su cabeza pasan muchas cosas; pero ellos siempre hablan, bien a través de sus gestos o de sus comportamientos, Por eso siempre decimos que las víctimas hablan a base de indicadores", sostiene Fernández.

Y esos indicadores, añade por su parte Luengo son principalmente cambios en el estado de ánimo: "Cuando un chico o una chica está sufriendo acoso escolar, es decir, está siendo maltratado, vejado, violentado, excluido, se ve afectado fundamentalmente su estado de ánimo y el estado de ánimo de lo que nos habla básicamente es de cómo responde el niño/a a estímulos habituales".

"Normalmente, esta más triste y decaído, aparece la tristeza como una emoción, como un forma de estar en la vida cuando antes no estaba; no quieren salir a la calle con los amigos y aparece también la sensación de miedo a vivir experiencias relacionadas con el colegio", explica el psicólogo. También puede haber bajo rendimiento escolar.

Se detectan principalmente cambios en el estado de ánimo: suelen estar más tristes, no tienen ganas de salir con los amigos a la calle, no quieren ir colegio, pueden experimentar sensaciones de miedo...

José Antonio luengo, decano del COP

Por otro lado, también puede haber insomnio o problemas de sueño o bien aparecer somatizaciones como dolores de cabeza, dolores de estómago que cuando van al médico no encuentran una causa clara. "Pero es evidente que puede estar relacionado con ese componente de estrés y ansiedad. En el fondo de lo que estamos hablando es que cuando aparece este gran estresor que es el ser maltratado, todo el sistema que regula nuestra vida y manera de responder se desconfigura", añade.

"Si nosotros -las familias- observamos estos cambios de comportamiento, sobre todo ligados al estado de ánimo y a las condiciones ordinarias en las que vemos a nuestros hijos/as debe existir una conversación con ellos sobre qué puede estar pasando", explica.

Vanessa (23 años) no se lo contó a sus padres, algo de lo que se arrepiente mucho. "Ojalá se lo hubiera contado antes a mi madre, porque todo hubiera sido más sencillo", confiesa a través del teléfono.

Vanessa sufrió acoso escolar en 1º de la ESO, al cambiarse del colegio al instituto. "Era gordita y se metían conmigo por ello, me sentía rechazada y excluida, tanto que los lunes me entraba mucha angustia porque no quería ir al colegio. Mi cuerpo reaccionaba así, llegué a vomitar muchas veces".

Yo no se lo conté a mi madre -explica- "y se enteró porque muchos lunes vomitaba y me ponía mala y no quería ir al colegio. Eso y con la ayuda de un familiar que tengo que es psiquiatra detectaron que lo que estaba sufriendo era acoso o bullying. Por suerte mi acoso no duró mucho porque mi madre enseguida se dio cuenta pero eso me generó un trauma y condicionó mucho mi vida. Lo pasé muy muy mal y por eso hoy estoy en AMACAE, para ayudar a otros niños que pueden estar pasando por lo mismo que pasé yo", cuenta Vanessa (@vanessasorian99), hoy modelo y graduada en Educación Primaria. Próximamente, participará en el certamen de Miss RNB España.

"Necesito decirles a esos niños y niñas que se puede salir del acoso. Que sé lo mal que se pasa, que sé lo que es sentirse excluida. Y si estoy en este concurso es también en parte por ellos, para servir de ejemplo o de ayuda, porque lo único que quiero es ayudarles. Que lo cuenten a sus familias, que no se callen, que de verdad se puede superar y que ellos no son culpables de nada", asegura Vanessa.

Es importante que una vez las familias se enteran de lo ocurrido, o bien sospechan algo, lo comuniquen con su centro educativo: "Tener un contacto con el tutor/a del centro educativo es fundamental para trasladar nuestra preocupación y pedir su colaboración. Tiene que haber una comunicación y una colaboración fluida con el centro. Porque esto es una cosa de todos", asegura Luengo.

Cómo acercarnos a hablar con los hijos

Sin embargo, en ocasiones no es fácil acercarse a los hijos y preguntarles, porque seguramente nos vayan a negar lo que está pasando. Entonces, ¿cómo podemos acercarnos a ellos, cómo podemos preguntarle o ganarnos su confianza?

Según explica Gallo, la confianza es la mejor herramienta de detección. Crear en el hogar un clima de confianza y seguridad donde se puedan expresar todas las cosas. Pero para que nuestros hijos/as nos cuenten las cosas, tenemos que ir alimentando nosotros, los adultos, esa confianza en casa. "Un hijo se siente seguro en casa mostrando su vulnerabilidad cuando sabe que no va a ser reprimido por ello, cuando sabe que no va a ser reprochable sino todo lo contrario: que va a ser escuchado".

Por tanto es importante que nosotros demos ejemplo y mostremos también nuestras vulnerabilidades con ellos. Que sepan que también tenemos problemas y momentos malos. No se trata de acercarnos a ellos y decirles: quiero que tengas confianza conmigo, me puedes contar lo que quieras... No, se trata de que nosotros demos ejemplo.

Un hijo se siente seguro en casa mostrando su vulnerabilidad cuando sabe que no va a ser reprimido por ello, cuando sabe que no va a ser reprochable sino todo lo contrario: que va a ser escuchado

Sonsoles Gallo, coordinadora de Proyectos Pedagógicos Colegios CEU

"Se trata de que perciban que cuando nosotros sufrimos lo contamos, lo mostramos, lo verbalizamos y pedimos ayuda. No se trata de invadir al adolescente con nuestros problemas, pero si contarle cosas, adaptadas a su edad y a su experiencia. Por ejemplo, echo de menos a este amigo, me siento más solo/a sin él; he tenido una bronca con el jefe, ¿qué te parece si vemos juntos una serie y así me despejo? Se trata de acercarse al adolescente, que nos vean que no huimos del sufrimiento, que podemos contarlo también", explica.

Y lo ideal, claro está, es que esta confianza se vaya alimentando desde la cuna, desde que somos pequeños, pero a veces por circunstancias los padres/madres no han podido (por ejemplo, porque han tenido que cuidar de sus propios padres, porque han tenido pérdidas importantes, porque ha habido una separación conflictiva...) y no pasa nada, "cualquier momento es una buena oportunidad educativa. No pasa nada porque se empiece más tarde, es importante tenerlo claro. Que cualquier momento siempre será bueno", afirma Gallo.

En ocasiones, sí habrá que hacer preguntas más dirigidas y preguntarle: qué te pasa, qué ocurre, por ejemplo, cuando vemos a nuestros hijos de forma recurrente con los ojos más hinchados de lo normal, cuando tiene reticencias a ir al colegio, cuando le duele la cabeza o la barriga, cuando notas que no quiere salir de casa, etc.

"Le puedes decir: veo que estás más decaído, te puedo ayudar, ¿quieres contarme qué te pasa? Empiezas primero por preguntas difusas. Y a lo mejor te dice que 'está bien', pero al cabo de unos días vuelves. Veo que puedo ser de ayuda, a lo mejor te da vergüenza contarlo, pero no te preocupes, aquí me tienes. Una cosa es hacerlo de forma directa y otra cosa es dirigirlos", aconseja.

Por último, es importante añadir- sostiene Gallo- que las redes sociales son muy importantes para ello y que el ciberacoso se da en las redes, que no podemos darle la espalda. Por lo que es fundamental educar desde pequeños en internet y en redes sociales. Más ahora que cada vez entran antes al mundo virtual. "Es importante que las familias pierdan el miedo a revisar el móvil con sus hijos, no a revisar el móvil de su hijo sino a revisarlo con él, juntos", insiste la experta. Que sepamos a quien sigue en las redes, cómo escribe, cómo se expresa, con quién habla, qué fotos sube... No es su intimidad porque su intimidad está colgada en la redes.

"Hay que perder como familias ese miedo. Podemos decirle: 'esta tarde vamos a revisar el móvil juntos; te doy tiempo para que borres lo que quieras, lo que te de vergüenza que veamos' y así le estás dando tiempo a que haga lo que quiera, porque no queremos pillarle simplemente queremos ayudarle y educarle en el mundo de internet y las redes", concluye la experta.

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