La FIA ha elevado el estándar de seguridad para estos elementos
Tras la implementación del Halo, la FIA y la Fórmula 1 siguen trabajando en sistemas que puedan ayudar a hacer las carreras lo más seguras posibles. Fruto de ello, en 2019 llegará un nuevo casco al Gran Circo.
Accidentes como el visto este pasado fin de semana en el Gran Premio de Canadá entre Lance Stroll y Brendon Hartley evidencia una vez más que la implementación de un sistema que refuerce la protección de la cabeza de los pilotos no estaba de más en el Mundial de Fórmula 1 así como en las categorías teloneras. Sin embargo, la Federación Internacional de Automovilismo no ha cesado en el empeño de reducir al máximo posible el número de accidentes que puede potencialmente generar lesiones graves e incluso en el peor de los casos, acabar con la vida del competidor.
Dentro del plan presentado por la FIA para mejorar la seguridad especialmente de los ‘Open Wheels’ o monoplazas, se presentaba recientemente la llegada de un nuevo estándar de casco que será implementado ya a partir de la próxima temporada de Fórmula 1, para extenderse posteriormente a otros campeonatos también regidos por la Federación Internacional. Bajo el código de FIA 8860-2018, los fabricantes de este elemento de seguridad deberán diseñar sus nuevos productos para satisfacer las nuevas exigencias del departamento de seguridad, el cual cuenta todavía con Lauren Mekies a la cabeza hasta su marcha a la Scuderia Ferrari.
Entre los principales cambios nos encontramos quizás con el más perceptible exteriormente, la decisión de bajar la parte superior de la abertura reservada para el visor en 10 milímetros, algo que hace que el tamaño sea visualmente más reducido y que incluso el prototipo construido por Bell mostrado en la presentación se asemejara a los cascos utilizados por hombres como Niki Lauda en el pasado, con una ranura mucho menos amplia que la de los productos modernos.
El propio Mekies, director de seguridad de la FIA tras su salida de Toro Rosso, aseguraba que entre otras mejoras se ha trabajado específicamente para mejorar la absorción del impacto y en maximizar dicha zona de protección para la cabeza. Se han optado por nuevos materiales para así conseguir una protección balística avanzada, obligando a que los fabricantes de cascos tengan que superar rigurosas pruebas de seguridad antes de homologar su nuevo modelo acorde a la normativa de 2019.
Entre algunos de los valores requeridos en las pruebas, la FIA ha confirmado que ante un impacto de un objeto en el casco a una velocidad de 9,5 m/s la desaceleración de la cabeza no debe exceder los 275G, mientras que en los test de aplastamiento, la fuerza transmitida al dejar caer un peso de 10 kg desde una altura de 5,1 metros (simulando por ejemplo la posibilidad de que una rueda quede suelta) no debe exceder los 10 kN.
También el nuevo casco debe garantizar que su visor cuenta con una resistencia a la penetración adecuada, sometiéndolo al disparo de un pellet de 1,2 gramos con una carabina de aire comprimido que no debe penetrar en el interior. Las características de la visera deben ser también las adecuadas, tanto en términos de coloración como en cuanto a calidad de la visibilidad, no permitiéndose que se distorsionen los objetos vistos a través de él. En cuanto a la posibilidad de que se produzca un incendio en un repostaje o fruto de un accidente, el casco expuesto a llamas de 790°C debe autoextinguirse en el momento en el que se retire la llama.