ALGO IMPENSABLE EN 2023
Más allá de imposibilidad de amortizar sus costes de desarrollo, era una locura a nivel técnico: demasiado peso, demasiado consumo y demasiadas emisiones.
Al término del siglo XX, la abundancia económica y los avances en electrónica hacían que los fabricantes de la industria automovilística pudiesen acometer prácticamente cualquier inversión. Fue uno de los momentos con mayores progresos técnicos en la historia de este sector. Por aquel entonces, BMW acababa de adquirir Rolls-Royce y Volkswagen había hecho lo mismo con Bentley a fin de penetrar en el mercado del lujo extremo. Mercedes no se podía quedar atrás y recuperó Maybach como firma de “alto standing”, pero había de conseguir diferenciarla, destacando sobre las dos británicas.
De los despachos de Stuttgart surgió la idea de desarrollar un motor de gasolina con 24 cilindros que, en esencia, estuviese basado en la unión de dos propulsores V12 como los que la marca de la estrella ya usaba en su flamante W220 (el último Clase S de la época). Se trataría pues de un largo y pesadísimo V24 que pudiese posicionarse en la mente del consumidor más pudiente por delante de, por ejemplo, los bloques W12 que empezaban a instalarse en modelos de Bentley (de hecho, se usaron hasta 2023).
El concepto de un propulsor colosal con unas prestaciones increíbles se fundamentaba en la necesidad de tener que mover las limusinas de Maybach, con más de 6 metros de longitud, casi 3,5 toneladas de masa y mucha tecnología procedente de la aviación. Un V24 podría haber cabido en el vano motor de los majestuosos Maybach 57 y Maybach 62, pero tendría que haber superado multitud de escollos técnicos que terminaron por convertirlo en algo, desgraciadamente, inviable.
Algunos de los ingenieros que se ocuparon del proyecto en cuestión hablaron de una máquina de más de 500 kg que podía entregar alrededor de 1.000 CV gracias a sus 12 litros de cilindrada, sin necesidad de sobrealimentación. Lo cierto es que eran cifras más parecidas a las de un barco, pero jamás abandonaron el mundo teórico, pues el motor de 24 cilindros de Mercedes-Benz no vio la luz. Entre otros problemas, su gasto de combustible hubiese sido tan alto que habría hecho necesario un depósito de más de 150 l y, además, sus emisiones nunca hubieran pasado la norma Euro III. Al final, la nueva Maybach se conformó con un V12 biturbo.