Los radares dejarán de estar siempre ligados a las carreteras en mal estado
La política de colocación de radares en carretera en mal estado de conservación cambiará en los próximos meses, según ha confirmado el área de Movilidad de la DGT.
Los radares se han convertido en una de las principales armas de las autoridades de tráfico para controlar el comportamiento de los conductores con más 'prisa' de la carretera. No obstante, la visión más popular entre los conductores es que los radares son, básicamente, elementos recaudatorios.
La situación de la mayoría de los radares, colocados en tramos de vías rápidas en perfecto estado o en carreteras nacionales muy transitadas, hace pensar que dicha afirmación tiene algo de peso, pero, según la DGT, nada más lejos de la realidad. Según la Dirección General de Tráfico, los radares se colocan en lugares con un potencial de peligro relativamente elevado.
Prueba de ello es su colocación en tramos deteriorados de carreteras nacionales, con el firme propósito de hacernos levantar el pie y regular nuestra velocidad. Sin embargo, parece, a tenor de los comentarios de Pedro Tomás, jefe del Área de Movilidad de la DGT, que esta postura va a modificarse en los próximos meses.
Con un potencial de control menor de lo que la DGT piensa -o pensaba-, el binomio 'radares y carreteras en mal estado' va a dejar de ser indisoluble. En palabras de Pedro Tomás: “No habrá radares en puntos negros estructurales si no se han aprobado antes medidas que mejoren la carretera”, por lo que se buscarán medidas que mejoren la siniestralidad antes de colocar radares en carreteras con un estado de conservación deficiente.
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