¿Conducir con resaca...puede significar una multa?

El consumo de alcohol y drogas al volante está íntimamente relacionado con la siniestralidad vial: pese a que cada vez estamos más concienciados, lo cierto es que aún a día de hoy sigue siendo una de las principales causas de mortalidad en carretera. De hecho, la DGT ofrece un dato escalofriante: casi el 50% de los conductores fallecidos en accidente de tráfico a los que se les ha practicado un análisis toxicológico han arrojado datos positivos bien de alcohol, bien de drogas o, incluso, de ambos combinados.

En cualquier caso, las propias autoridades afirman que el pico máximo en cuanto a nivel de alcohol en el organismo se da, aproximadamente, 45 minutos después de haber consumido por última vez. Posteriormente el nivel de alcohol empieza a reducirse, aunque lo hace lentamente y, dependiendo de la cantidad de alcohol que hayamos consumido, pueden pasar varias (muchas) horas hasta que el alcohol se haya por fin metabolizado.

Tras ello surge uno de los efectos secundarios más odiados asociado a la ingesta de alcohol: la temida resaca. ¿Supone un problema conducir con resaca? ¿Podemos recibir una multa de tráfico si somos detectados conduciendo con resaca?

¿Me pueden multar por conducir con resaca?

La respuesta a la pregunta la tiene la propia DGT: sólo nos pueden multar si conducimos con resaca si se da alguna de estas dos situaciones:

• Se supera el límite legal de alcohol en el organismo: superior a 0,25 miligramos por litro en aire espirado o 0,50 gramos por litro en caso de análisis de sangre.

• Se practica conducción negligente o temeraria: si se conducir bajo los efectos de la resaca es posible realizar acciones que, fruto de nuestras molestias o falta de concentración, resulten peligrosas. En caso de ser detectados, podremos recibir una multa de 200€ por conducción negligente.

Cabe recordar que la propia Dirección General de Tráfico tiene la clave: con resaca se duplica la dificultad para conducir y se sobrepasan en 4 veces los límites de velocidad, reduciendo también nuestra capacidad de reacción a consecuencia de diversos efectos secundarios derivados del consumo de alcohol tales como somnolencia, nauseas, dolor de cabeza o alteración de la percepción visual-espacial.

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