¿SIGUE TENIENDO ESENCIA ALEMANA?
Hemos tenido una primera toma de contacto con el Opel Astra, modelo que en su última generación tiene mucho que ver con el Peugeot 308.
El nuevo Opel Astra ha experimentado más que un cambio generacional, ya que en esta última entrega nos encontramos con un Astra 100% Stellantis. Y es que el compacto alemán nace sobre la plataforma EMP2, plataforma que también emplea el Peugeot 308 pero, ¿hay realmente diferencias entre ambos coches a nivel dinámico? Vamos a descubrirlo.
Para ello, hemos tenido una primera toma de contacto con el Opel Astra, modelo que ofrece no solo cambios internos, sino también estéticos y tecnológicos. Y es que la firma del rayo ha aprovechado para proseguir con el lenguaje de diseño que introdujeron con el último Corsa y con el Mokka.
Así, nos encontramos con un nuevo Astra en el que el frontal se encuentra gobernado por una parrilla negra en la que se inscribe logo y unos pilotos LED finos y alargados. El lateral se muestra limpio y sin grandes líneas de tensión, dando protagonismo a las llantas de 18 pulgadas (comprobar). La zaga, por su parte, saca músculo gracias a una abultada defensa, a unos pilotos de nueva cuña y al nombre Astra en medio del portón.
El habitáculo hace gala de dos pantallas, una para el sistema de infoentretenimiento de x pulgadas, y otra para el cuadro de mandos de x pulgadas. Ambas están unidas entre sí por medio de una moldura rematada en negro piano, superficie muy propensa a ensuciarse y a arañarse. Su funcionamiento es bueno, aunque algunos de sus menús nos han parecido poco intituitivos.
Las calidades son correctas, dejando unos ajustes generalmente buenos de la mano de plásticos blandos en el salpicadero. Sin embargo, no debemos esperar grandes materiales en el interior del Astra, dejando que sea plástico negro el que recubra la mayoría de superficies.
En cuanto a mecánica, el nuevo Opel Astra se ofrece con motores gasolina, diésel e híbrido enchufable, y será en el año 2023 cuando llegue una versión 100% eléctrica. En el caso de los motores gasolina nos encontramos con un mismo tres cilindros turbo de 1.2 litros que produce potencias de 110 CV y 205 Nm de par y 130 CV y 230 Nm de par. El diésel está representado por un cuatro cilindros de 1.5 litros que desarrolla 130 CV y 300 Nm de par.
El PHEV, por su parte, combina un motor gasolina de 1.6 litros con otro eléctrico para producir un total de 180 CV y declara una autonomía, bajo el ciclo WLTP, de 60 kilómetros en modo 100% eléctrico. Más adelante llegará misma versión pero con 225 CV. Pero, ¿qué pasa cuando nos ponemos a sus mandos?
Concretamente hemos probado el gasolina de 110 CV, el PHEV y el diésel de 130 CV. En general nos encontramos un coche con un chasis que se siente más ajustado, estando este ligeramente más enfocado hacia una conducción deportiva que en el Peugeot 308, radicando ahí su mayor diferencia. No obstante, en ningún momento nos vamos a topar con un Opel Astra duro en exceso y preciso como un bisturí, pero sí un poco más firme en general. No obstante, la dirección no transmite demasiado pese a tener un peso adecuado, y en según qué circunstancias podemos apreciar ciertos balanceos de la carrocería, aunque muy bien contenidos.
En cuanto al comportamiento de los motores puro y duro, nos topamos con una mecánica gasolina de 110 CV que se siente justa de potencia. En repechos, adelantamientos y cuestas, esta nos obliga a reducir varias marchas para buscar una zona del tacómetro en la que este se sienta cómodo. Y es que excepto que vayamos a usar exclusivamente el Opel Astra con este motor en ciudad, es totalmente recomendable intentar optar por el de 130 CV.
Esto no sucede en el PHEV, variante del compacto alemán que tiene potencia más que suficiente y ofrece un buen empuje, especialmente cuando motor eléctrico y motor de combustión trabajan conjuntamente. En modo totalmente eléctrico nos topamos con un Astra suave y silencioso capaz de alcanzar velocidades máximas de 135 km/h. Sin lugar a dudas donde más útil resulta es en el entorno urbano, ya que en carretera convencional o autopista estamos ante un desgaste muy rápido de la autonomía, dejándonos un conjunto más pesado en el que solo funciona uno de los motores.
En cuanto al Opel Astra equipado con el motor diésel, nos encontramos con una opción muy lógica. Los consumos llegan a ser contenidos, tenemos potencia de sobra para movernos en prácticamente cualquier terreno y tan solo lastra una rumorosidad algo enfatizada y una caja de cambios que, como en el resto de variantes, no brilla por su fluidez, dejando unas transiciones algo toscas. ¿El problema? La cruzada que se llevará a cabo dentro de no mucho con el gasóleo, provocando que opciones tan interesantes como esta terminen careciendo de sentido.
Pero, ¿realmente hay grandes diferencias respecto al Peugeot 308? Lo cierto es que no demasiadas, dejando como ADN alemán en el Astra un carácter, como ya mencionábamos, ligeramente más rudo que el del francés. ¿Es esto mejor o peor? No, es simple cuestión de gustos a la hora de conducir, puesto que estamos ante dos coches muy similares que se comportan bien en prácticamente cualquier ambiente y dejando claro en todo momento que son compactos para viajar y desplazarnos sin ningún tipo de pretensión deportiva.