LOS DIÉSEL, ÚNICOS AFECTADOS
Son muchos los motores diésel actuales que recurren a sistemas de inyección de urea para mejorar su funcionamiento y rebajar las emisiones contaminantes.
Los motores térmicos parecen reducir su popularidad cada día que pasa, al menos a nivel de ventas de coches nuevos, pero la realidad es que la inmensa mayoría de los vehículos que se ven por nuestras carreteras en la actualidad están equipados con un motor térmico y, además, buena parte de los coches que se venden actualmente cuentan con una mecánica térmica bajo el capó. Muchos, además, utilizan motores diésel más o menos avanzados.
De esta manera, si nos centramos en las mecánicas alimentadas por gasóleo, veremos que buena parte de los motores diésel comercializados desde hace unos pocos años en adelante cuentan, entre sus sistemas, con un elemento que intenta reducir, en la medida de lo posible, las emisiones contaminantes. Estamos hablando de los sistemas Adblue, una invención que ya lleva unos cuantos años con nosotros y que hace uso, básicamente, de un circuito capaz de inyectar pequeñas cantidades de este compuesto químico (básicamente una disolución de urea y agua purificada) en el tubo de escape del vehículo, provocando así un fenómeno conocido como reducción catalítica selectiva.
Gracias a esta invención, muchos motores diésel pueden homologarse bajo las estrictas normas anticontaminación actuales ya que sus niveles de gases contaminantes se reducen de manera notable. Como ya hemos mencionado, el uso del Adblue en un vehículo se reduce a la inyección de pequeñas cantidades en el tubo de escape pero, evidentemente, el pequeño depósito que equipan estos vehículos puede llegar a agotarse. ¿Qué sucede entonces con nuestro coche?
¿Puedo quedarme tirado por no tener Adblue?
Si tu coche utiliza Adblue, seguro que estás ya familiarizado con el funcionamiento: además del boquerel por el que repostar gasóleo, la mayoría de coches utiliza un segundo boquerel de menor tamaño para recargar Adblue, que suele vender en estaciones de servicio y grandes superficies a un coste que no suele superar los 60 céntimos por litro. Un vehículo diésel equipado con sistema Adblue consume, aproximadamente, 1.5 litros/1000 km, aunque el propio coche se encarga de mostrarnos el nivel de Adblue en cada momento, permitiendo así que nos adelantemos a los acontecimientos.
¿Qué pasa si, por la razón que sea, nos quedamos sin Adblue en medio de un trayecto? Básicamente que podemos meternos en un pequeño lío. Te enfrentarás, en ese momento, a dos posibles escenarios: