Decisión pionera

"Es absurdo a condenarlo a vivir como no es": habla el juez que ha concedido el cambio de sexo a un niño de ocho años

El auto, que es pionero en España por la juventud del demandante, permite la rectificación de sexo en el registro sin informes previos y se conoció el mismo día que el Consejo de Ministros aprobó el proyecto de ley trans.

En breve

El magistrado Darío-Carpio Estévez ha asegurado este viernes que autorizó el cambio de sexo registral de un menor de 8 años porque "es absurdo condenarlo a vivir como no es". Estévez repasa, en una entrevista con Efe, los detalles sobre su decisión pues, a pesar de ser poco conocido mediáticamente, hace unos días saltó a los medios tras dictar un auto sin precedentes: conceder el cambio registral de sexo a un niño trans en Ourense.

El auto, que es pionero en España por la juventud del demandante, permite la rectificación de sexo en el registro sin informes previos y se conoció el mismo día que el Consejo de Ministros aprobó el proyecto de ley trans que permite dicho cambio en el registro sin informe médico ni psicológico a partir de los 12 años con determinadas condiciones y desde los 16 de forma autónoma.

Una resolución que conlleva la rectificación del acta de nacimiento del menor y la modificación de la indicación de sexo, que debe ser "varón" y no "mujer" como figuraba, respondiendo así a una petición de 2021, en la que los padres del niño pedían el cambio en el Registro Civil.

Con más de 25 años ligado al mundo de la judicatura, Darío-Carpio Estévez todavía se muestra sorprendido por la gran repercusión que ha tenido el fallo, aunque sabía que iba a ser controvertida, sobre todo, por su “corta edad”. Cuando recibió el caso, lo primero que pensó es que tenía que “despojarme cualquier prejuicio moral ético” y después “descontaminar” el caso para “que no hubiera nada de mi forma de pensar o de proceder” que pudiese influir, pues tenía claro que “tenía que fundamentarlo muy bien”, ha explicado a Efe.

La siguiente reflexión que hizo fue preguntarse: “Qué gana la sociedad con que yo diga a ese niño, aunque solo tenga 8 años, que lo condene a vivir toda su vida con algo que no quiere; es absurdo, la sociedad no gana nada”.

Consciente de la controversia que podía generar el auto, no se mueve un ápice de su postura y está convencido de que el menor cumple con todos los requisitos para atender su petición, en base a su elevado grado de madurez y situación estable de transexualidad.

Para fundamentarla, se apoyó en la sentencia del Tribunal Supremo 685/2019 de 17 de diciembre en la que se propone que el menor que desee cambiar de sexo en el registro debe tener la madurez suficiente en su comportamiento “como varón” y que haya “una continuidad en su situación estable de transexualidad”. “Yo cogí esa vía. Se daban esos dos supuestos que fijaba el Supremo de suficiente madurez y la estabilidad emocional” y, a partir de ahí, quedaba “la parte más complicada: la edad del menor”, aclara.

Para ello, tuvo en cuenta “todas la condiciones sociales del niño, su forma de pensar, cómo iba pensando y actuando; ahí me di cuenta de que había una disonancia del libro, mantenida a lo largo del tiempo”, ha explicado Darío-Carpio Estévez, quien espera que este auto sirva para abrir un debate en la sociedad.

El momento clave fue la conversación que mantuvo con él porque le permitió concluir que Alejandro es un niño trans que “siempre” habló en masculino, cuyos mejores amigos son “niños” y que “unido” a lo que declararon los padres permiten determinar que “se siente varón”. De hecho, explica que la madre comentaba que “a los cuatro años no quería vestirse como una chica. Para él no existía ese mundo. Él piensa como un varón, en su comportamiento, en su forma de actuar, de pensar y, sobre todo, en sus sentimientos”, abunda Darío-Carpio.

El magistrado confía en que este auto ayude a abrir un debate en la sociedad al entender que para que estas cosas avancen tiene que haber antes una reflexión ya que la sociedad demanda “que se muevan las cosas, que haya debate y que la gente pueda decidir” libremente sobre este tipo de cuestiones, como la identidad. De hecho, desde su ámbito, el judicial, reclama que la legislación se adecue a la sociedad porque la Justicia “siempre va a remolque”. La sociedad “demanda cambios y la Justicia tiene que ir con la sociedad”, ha concluido.

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