ASEGURAN QUE FUE UN HOMICIDIO POR IMPRUDENCIA

La defensa de Ana Julia Quezada pide sólo 3 años de cárcel por el asesinato de Gabriel Cruz: alegan que fue una imprudencia

La defensa de la asesina confesa del pequeño Gabriel Cruz en Níjar, Almería, considera que Ana Julia Quezada es responsable de un delito de homicidio imprudente y no de asesinato, por lo que piden un máximo de tres años de cárcel y no prisión permanente revisable como reclama la Fiscalía y los padres.

La defensa de Ana Julia Quezada, la autora confesa delasesinato del niño de ocho años Gabriel Cruzel 27 de febrero del pasado año en Níjar (Almería), considera a la acusada como responsable de un homicidio por imprudencia grave, por lo que solicita para ella un máximo de tres años de prisión en lugar de la prisión permanente revisable que reclaman, por su parte, la Fiscalía y la acusación particular ejercida por los padres del pequeño.

Así consta en el escrito de defensa que los abogados Esteban Hernández Thiel y Beatriz Gámez han aportado al procedimiento tras conocerse que la Audiencia Provincial de Almería rechazó su recurso para evitar que la encausada se enfrentara a un tribunal de jurado.

La representación de Ana Julia Quezada enmarca la muerte del menor en el resultado de una disputa y se aleja del crimen planificado que sostienen las acusaciones, de manera que incluso solicita que se le aplique la atenuante de confesión tardía.

En concreto, sostiene que la mujer salió sobre las 15:50 horas desde Las Hortichuelas hacia el cortijo de Rodalquilar para pintar la casa cuando se encontró con Gabriel, quien unos diez minutos antes había salido para dirigirse a casa de unos primos a jugar, pero quien aún estaba "haciendo tiempo" porque era "muy pronto" en el corto camino de tierra que separaba las viviendas.

Según su versión, sugirió al menor que la acompañara al cortijo a pintar, de modo que posteriormente le llevaría de nuevo a Las Hortichuelas para que jugara, a lo que el pequeño habría accedido, subiéndose al vehículo para ir a la citada pedanía, ubicada a unos cinco kilómetros de distancia.

Una vez en el inmueble, la defensa apunta que mientras que Ana Julia abría las ventanas para airear el cortijo, el niño habría cogido "un hacha para jugar", por lo que la acusada le habría pedido que la "soltara" pues "era peligroso y podía hacerse daño".

A partir de ahí, el relato planteado por la defensa incide en que la víctima "entró en la vivienda y le dijo que se callara, que siempre le estaba diciendo lo que tenía que hacer; que quería que su padre estuviera con su madre y no con ella, que era una negra fea; insultándole y negándose a entregarle el hacha".

Con esto, la representación de la acusada apunta que Ana Julia "intentaba quitarle el hacha, llegando a taparle la boca para que no profiriera más insultos, apretándola con la intención de que se callara" de modo que "tras breves momentos, ya no respiraba".

Incide así la defensa en que la acusada fue "presa del pánico" al comprobar que el menor había fallecido, por lo que se quedó "bloqueada y sin saber qué hacer" así como "incapaz de asumir las consecuencias de lo que había ocurrido".

No obstante, optó por sacar el cuerpo de la vivienda, hacer un agujero en el exterior y enterrarlo junto a un aljibe "a fin de ocultar el trágico resultado". No obstante, el escrito de defensa no hace referencia a los hematomas que presentaba el cuerpo del menor y que fueron destacados en el informe forense como previos a la muerte del pequeño.

La desaparición de Gabriel Cruz durante el puente del Día de Andalucía, que el niño pasaba en casa de su abuela paterna, originó un gran operativo de búsqueda en Níjar, mediante equipos profesionales y voluntarios, que se siguió durante once días hasta que su cuerpo fue encontrado en el maletero del coche que conducía la acusada, quien se dirigía a su vivienda de Vícar (Almería).

Según la defensa, Ana Julia fue "incapaz de afrontar lo acontecido" y "sin saber cómo explicarlo a su pareja, ante la desmedida repercusión mediática, continuó ocultando lo acontecido hasta su detención", según la versión dada por sus letrados.

El relato de la defensa no hace referencias tampoco al supuesto hallazo por parte de Ana Julia Quezada de la camiseta que portaba Gabrielel día de su desaparición en un cañaveral cercano a la vivienda de su expareja, lo que a juicio de las acusaciones supuso una acción encaminada a involucrar al hombre.

Con esto, considera que los hechos descritos son constitutivos de un delito de homicidio por imprudencia grave o, de manera subsidiaria, de un delito de homicidio por el que estima un máximo de diez años de cárcel. Cabe recordar que la Fiscalía, además del delito de asesinato, imputa a Ana Julia Quezada dos delitos de daños psíquicos a Angel Cruz y Patricia Ramírez, por los que interesa cinco años más de prisión por cada uno de ellos hasta un total de diez.

Sobre este aspecto, la fiscal alude a la aptitud mantenida por la acusada durante el periodo de búsqueda del menor, de "aflicción, compungida y apesadumbrada, involucrándose en las batidas de búsqueda en una clara actitud de simulación, fingimiento y farsa, pública y notoria con absoluta frialdad de ánimo", todo ello destinado a disipar cualquier duda o sospecha sobre su implicación en la desaparición del menor.

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