Vuelos cancelados por un incendio
Tirados por el suelo, sin comida y sin agua: así malviven los españoles que han quedado atrapados en el aeropuerto de Madeira
Tras la cancelación de sus vuelos por los incendios que azotan la isla, varios españoles han estado unos días viviendo en el aeropuerto tirados por el suelo, en colchonetas, sin comida ni agua. Denuncian que no les dan alternativas para volver ni sitios para ducharse.
Tirados por el suelo, en colchonetas, sin comida y sin agua. Así están algunos de los españoles atrapados en Madeira tras la cancelación de sus vuelos por los incendios que azotan la isla. Ahora los aviones sí están saliendo pero hay pocas plazas y se ven avocados a esperar en aeropuertos abarrotados o a pagar alojamientos carísimos.
El español Álvaro Viñuales lleva tres largas noches y tras tres largos días atrapado en Madeira durmiendo en unas colchonetas en el aeropuerto de Funchal. "Teníamos que volar para Barcelona vía Lisboa el día 16, y se empezaron a cancelar los vuelos por temas meteorológicos", cuenta a laSexta.
Él, junto a un grupo de otros 9 españoles de Badalona, esperan este lunes al fin poder decir adiós a este calvario. "Aquí ya empieza a haber cerca de 100 personas en el suelo y gente mayor también que necesita otro tipo de asistencia que tenía que estar recolocada", relata.
Como él decenas de españoles llevan días sufriendo esta situación. Otro español que se encuentra en la misma situación relata en sus redes sociales que no les dan ni un sitio para ducharse ni para dormir ni para comer. Ni siquiera les dan opciones a corto plazo, como así asegura Carlos Vargas, que tenía que haber vuelto a España este domingo. Su vuelo fue uno de los 60 que se cancelaron por el fuerte viento que avivó los incendios que azotan la isla.
El español cuenta que Ryanair no les ha dado una solución a corto plazo y por eso, insiste en que "la gente se está buscando la vida por su cuenta". "Nosotros creo que podremos salir mañana si todo va bien en un vuelo de Iberia que hemos comprado", ha contado Carlos, uno de los españoles que ha visto sus planes truncados por un fuego que, cinco días después, sigue activo.
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