1000 MANERAS DE MORIR

El inventor asado en su propio invento

En la antigua Grecia un joven inventor acaba siendo víctima de su propio invento de tortura, un toro de bronce para asar a las personas provocándoles una lenta y dolorosa muerte.

En la antigua Grecia conocemos la historia de un Rey y un campesino. Falaris gobernaba sobre el imperio griego y Perilos era un trabajador del bronce. Falaris vivía como un Rey y Perilos quería un poco de la buena vida también así que le rezó a los dioses y Zeus le contestó.

Falaris siempre estaba buscando formas nuevas y crueles de torturar y matar a sus enemigos. Perilos tenía la respuesta, un toro de bronce dentro del cual podía meterse al enemigo para calentarlo y cocerlo. El vapor de los fluidos corporales de la víctima haría silbar al toro como una tetera.

Las víctimas se metían dentro de la barriga del toro y se prendía fuego debajo de esta y la persona moría de una forma dolorosa y tediosa. Si Perilos lograba vender el toro al Rey podría disfrutar de la buena vida, sin embargo Falaris era conocido por sus reacciones imprevisibles y cuando llegó el momento de probar su enorme olla a presión el Rey no buscó muy lejos a su primera víctima y Perilos fue introducido en el vientre del toro de bronce.

Las brasas ardientes comenzaron a calentar el toro, y lentamente la temperatura en el interior ascendió hasta los achicharrantes 400 grados. A 65 grados Perilos apenas podía respirar y cuando llegó a los 100 grados, el cuerpo de Perilos formado un 70% de agua empezó a hervir y por fin la esquela de su muerte llegó tras un intenso pitido, como el de una tetera.

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