La cuarentena de un policía en una caravana: "No quiero dejar de trabajar para la ciudadanía y tengo que proteger a mi familia"

Desde hace un mes, José Antonio vive en apenas unos pocos metros cuadrados y sobre ruedas, en una autocaravana aparcada a la puerta de su casa. Es policía local en Sevilla, en primera línea contra el coronavirus y, por temor a contagiar a su familia, ha decidido pasar el confinamiento en este vehículo.

"La decisión fue por motivos de salud, tengo una hija chica que es diabética y tras consultar con los médicos nos dijeron que debíamos tomar un poco más de precauciones, y más con mi trabajo", explica este agente, cuya caravana está ubicada a pocos metros de su domicilio para que sus hijos puedan verle por la ventana.

"No quiero dejar de trabajar para la ciudadanía, es mi devoción y mi trabajo, y también tengo que proteger a la familia. La única forma fue hacer esto", resume.

José Antonio, que tiene turno de noche y permanece durante el día en la caravana, toma medidas de seguridad cuando regresa del trabajo, dejando fuera la ropa y el calzado. Sin embargo, en su trabajo no siempre puede ir protegido, según explica.

"Cuando tienes un trato con el ciudadano normal no hay problema, el problema es cuando te metes en temas de zonas marginales: cuando tienes roce con ellos, la mascarilla se te quita y trabajas sin mascarilla el 60% de la intervención", indica. "Es lo que te da miedo al llegar a casa", admite.

No obstante, dentro de esta situación difícil aún hay espacio para los momentos positivos: su mujer, Esperanza, le acerca la comida cuando hace un guiso. "Es de agradecer. Simplemente ese detalle te hace estar más unido en la familia", confiesa José Antonio, que también disfruta escuchando a sus hijos tocar instrumentos desde la caravana. "Escucharlos es un orgullo y te hace pasar un rato más ameno", asegura.