El arte de la reconciliación
Cuando el arte supera las diferencias: el significado del abrazo histórico entre Chillida y Oteiza
El histórico abrazo entre los dos gigantes del arte vasco marcó el inicio de una nueva era de paz y entendimiento en el mundo del arte, dejando un legado que transciende las discrepancias y resalta la importancia del perdón.
El rey Felipe VI ha sido el invitado "de honor" a la inauguración de la exposición '100 años de Eduardo Chillida con la colección Telefónica', que se podrá ver hasta el 13 de octubre en el Museo Chillida Leku con motivo del centenario del escultor. Hace 24 años, el rey emérito Juan Carlos inauguró el museo, justo antes de ese momento ETA intentó matar a los reyes, pero la Ertzaintza consiguió desactivar las ocho granadas que los terroristas tenían preparadas.
Tres años antes de la inauguración del museo, Eduardo Chillida y Jorge Oteiza, dos escultores vascos, sellaron su reconciliación después de tres décadas enfrentados. La fotografía, capturada en 1997, mostró el abrazo entre los artistas, simbolizando la superación de diferencias y la búsqueda de la paz, dejaron por escrito que "más allá de nuestras diferencias, habrá siempre un espacio-tiempo para la paz".
La relación entre Chillida y Oteiza había comenzado como una amistad en los años 50 y 60, cuando ambos colaboraron en proyectos artísticos como el Santuario de Arantzazu. Sin embargo, con el paso del tiempo, sus trayectorias divergieron: mientras Chillida alcanzaba el reconocimiento internacional, Oteiza vivía ajeno al mercado y a la vida institucional y adoptaba por criticar a 'su amigo' en los periódicos. Le acusó de "oponerse a la escuela vasca", de ser egoísta, de no nombrar a sus compañeros y de no aprovechar su foco internacional para que se conociera Euskadi, incluso le llegó a acusar de plagio.
Chillida optó por no responder; solo lo hizo una vez, cuando le recomendó seguir "el consejo bíblico que dice que honrarás a tu padre y a tu madre". Después de esto, tuvieron que pasar 30 años para que llegara el momento de reconciliación, en 1997, Oteiza mandó una carta de reconciliación a Chillida, allanando el camino para que cuatro días después de enviar la carta se produjera su encuentro y el abrazo que quedaría grabado en la memoria.
Chillida murió en 2002 y Oteiza un año después, lo único que queda son sus esculturas: 'El Peine del Viento' y la 'Construcción Vacía', ubicadas en extremos opuestos de la bahía de la Concha, recordándonos que, a pesar de las distancias y diferencias, su arte sigue uniendo y trascendiendo fronteras.
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