Dedicadas al chocolate
Quiénes son las monjas clarisas de Belorado (Burgos)
El convento de las monjas clarisas, famoso por sus deliciosos chocolates artesanales, sorprende al mundo al abandonar la tutela tradicional de la iglesia para embarcarse en una nueva era bajo la dirección de Pablo de Rojas Sánchez-Franco.
En las calles de Belorado, Burgos, se erige un santuario de espiritualidad que ha resistido el paso de los siglos: el convento de las monjas clarisas. Fundado en el siglo XVI, este remanso de paz ha sido hogar de 16 hermanas consagradas, dedicadas a la devoción y al servicio de Dios. Sin embargo, desde este miércoles, un aura de misterio envuelve a estas hermanas, ya que han anunciado su renuncia a la tutela eclesiástica tradicional para colocarse bajo la dirección de Pablo de Rojas Sánchez-Franco.
Antes de este giro inesperado, las hermanas llevaban una vida de clausura contemplativa, dedicadas a la oración, al trabajo manual y a la adoración eucarística. Su reputación se había cimentado en su habilidad artesanal para elaborar exquisitos chocolates, especialmente sus irresistibles trufas, con seis sabores diferentes, cacao, brandi, naranja, leche, café y avellana crujiente.
La transformación comenzó hace 22 años, cuando el convento estaba al borde del cierre debido a la avanzada edad de sus residentes. Tres jóvenes hermanas llegaron entonces con la misión de revitalizar el lugar. Inicialmente, buscaron medios de subsistencia mediante la confección de muñecos y calcetines, pero fue la experiencia de una de ellas en el obrador de Lerma lo que inspiró la incursión en el mundo del chocolate.
Según explican en 'El Obrador del Convento', así se llama la web en la que se pueden comprar sus productos online, todos sus dulces se elaboran con las coberturas de Varlhona, una prestigiosa marca francesa de chocolates cuya calidad tiene fama internacional. Aunque su vida transcurre principalmente entre los muros del convento y las horas dedicadas al obrador, las hermanas ahora están explorando nuevas fronteras con productos sin azúcar y sin gluten. Su filosofía es simple: una materia prima de calidad y una artesanía cuidadosa, impregnadas de devoción y amor.
El convento ofrece una amplia gama de productos, desde trufas surtidas hasta tabletas de chocolate, elaboradas con coberturas de distintos porcentajes de cacao y de distintos sabores, y un bombón de mojito que también elaboran de otros sabores como regaliz, fresa, pistacho, yuzu, pipas de girasol o cacahuetes.
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