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COMIDAS LIGERAS
Una alimentación basada en comidas ligeras y con abundante agua es muy beneficiosa para los días de verano.
Con las altas temperaturas solo buscamos trucos que nos ayuden a llevar la ola de calor de la mejor manera posible: qué hacer si no tenemos aire acondicionado, trucos para que el ventilador no sea perjudicial, duchas de agua templada, y un largo etcétera de consejos que solemos aplicar. Bien, pues aquí va uno nuevo. Pero antes, ¿sabías que existen alimentos que hacen que baje la temperatura corporal? Te contamos los detalles.
En muchas ocasiones ocurre que por culpa del calor hace que perdamos el apetito. Tal y como explica Carmen Álvarez Domínguez, profesora de Nutrición Humana y Dietética en la Universidad Internacional de La Rioja, lo más recomendable es seguir una dieta en la que comamos alimentos ligeros y frescos evitando comidas muy altas en grasa.
En el caso de la carne de vaca y cordero, por ejemplo, es un tipo de carne que cuesta bastante digerir debido a las proteínas tan complejas y completas que tiene. Por tanto, significa que nuestro cuerpo necesita mucha energía para llevar a cabo esa digestión y la temperatura interna del organismo podría subir hasta 2 grados después de tomar comidas de este tipo. Esto quiere decir que hay que buscar comidas que sean ligeras y fáciles de digerir, para que nuestro organismo trabaje lo menos posible.
La mejor opción son aquellos alimentos que se pueden comer crudos o que necesitan la mínima preparación posible. Desde luego, priorizaremos las frutas y verduras, que pueden ir acompañadas de alimentos como huevos, pescado y carne.
También, el gazpacho o las cremas frías de verduras son una muy buena opción en los días más calurosos. Además, otros ejemplos de comidas "fresquitas" pueden ser el salpicón y ensaladas de legumbres (lentejas, garbanzos).
Los platos principales pueden ser simples guisos de carne que ayudan a retener agua haciendo la carne más jugosa, pescados a la brasa o un huevo cocido para acompañar a nuestras verduras. Y de postre, frutas de temporada como melón, sandía, melocotón, nectarina.
Por último, aunque parezca contradictorio, aquellas comidas más calientes hacen que tengamos menos calor ya que producen sudor más fácilmente y esto refresca la piel. Comer un helado, por ejemplo, hace el efecto contrario. En condiciones normales, nuestra temperatura interna oscila entre los 36,5 y los 37 grados, por lo que un helado debe atemperarse y calentarse antes de iniciar su viaje por el intestino, gastando energía extra.