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IMPACTO DIRECTO
Las bebidas alcohólicas no solo tienen un efecto en el comportamiento o la coordinación de quien se excede en su consumo, sino que también altera el funcionamiento del cerebro.
El alcohol es un depresor del sistema nervioso central, lo que significa que altera de forma profunda el funcionamiento del cerebro. Su consumo ralentiza la actividad cerebral, provocando problemas de coordinación, comportamiento y memoria.
Uno de los efectos más peligros de este consumo excesivo es el llamado 'apagón de memoria', que según estudios recientes, hasta un 66 % de los adultos han llegado a experimentar alguna vez. Se trata de un fenómeno por el cual una persona, aunque está consciente y puede actuar con aparente normalidad, no es capaz de registrar lo que sucede a su alrededor.
El psiquiatra Donald Goodwin fue uno de los primeros en estudiar este fenómeno en la década de 1960. Realizó una investigación con pacientes alcohólicos con la que descubrió que el cerebro deja de convertir los recuerdos a corto plazo en recuerdos duraderos tras consumir grandes cantidades de alcohol.
El punto clave de este fenómeno está en el hipocampo, la región del cerebro encargada de consolidar la memoria a largo plazo y formar nuevos recuerdos. Cuando se supera cierto nivel de alcohol en sangre, esta estructura se bloquea por un tiempo, impidiendo que la información se quede grabada.
Esto significa que no se trata de un olvido posterior, sino de una vivencia que nunca quedó registrada en la memoria, unas vivencias que parecen no haber ocurrido a pesar de estar presentes en ellas. Esto recuerda que el alcohol tiene un impacto directo en nuestro cerebro que puede llegar a ser irreversible.