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BASTANTE COMÚN
Las personas con un horario muy regular de sueño saben, incluso aunque estén dormidas, cuándo se tienen que levantar.
Hay personas que dicen que nunca han tenido que usar despertador para levantarse a su hora. Lo cierto es que se trata de un fenómeno bastante más habitual de lo que imaginamos, ya que afecta de forma regular a un tercio de la población. Te contamos los detalles.
Lo cierto es que, aunque las causas no estén del todo claras, la principal razón está en nuestro reloj interno. Esto quiere decir que cada persona tenemos un reloj interno que es el encargado de marcar nuestros tiempos, es decir, cuándo estamos despiertos y activos y cuando debemos tener sueño e irnos a dormir.
Este reloj se nos regula a cada persona en función de la luz que nuestros ojos detectan. En ese aspecto, las células comunican al ser humano que el horario habitual para levantarnos está acercándose.
Según Russell Foster, director del Instituto de Neurociencia Circadiana y del Sueño de la Universidad de Oxford, Gran Bretaña, se trata de "un fenómeno genuino". En una entrevista concedida a The New York Times, hace referencia a un estudio realizado sobre 269 personas. El 75% de ellas afirmó que ocasionalmente se despertaban antes de que le sonara la alarma. Incluso hubo un porcentaje significativo de sujetos que indicó que ni siquiera necesitaban usar despertador para levantarse a la hora deseada.
También ocurre que si estamos muy acostumbrados durante largos periodos de tiempo a levantarnos todos los días a la misma hora, llega el fin de semana y nos despertamos a la hora de siempre incluso sin despertador. Eso es porque nuestro cerebro tiene esa información.
"Nuestro cuerpo puede despertarse en función de cuanto tiempo ha pasado desde que nos acostamos, trabajando casi como un reloj de arena", explicaba el neurólogo Ravi Allada, investigador de la Universidad Northwestern. "Si nos acostamos sabiendo que debemos levantamos en cuatro horas, podemos establecer que algo asegura que podemos levantarnos a esa hora fijada".
Pero además de la luz, hay otros estímulos, por ejemplo los horarios de las comidas. Si tenemos unos horarios regulares, esa información es muy relevante para nuestro reloj interno. Y también el grado de actividad que tenemos a lo largo del día.
A pesar de todo lo mencionado anteriormente, factores como son el cansancio o el estrés pueden influir en el reloj biológico y corporal. Debido a que este comportamiento está en faceta de estudio, los especialistas recomiendan establecer siempre un horario usual para que el cuerpo se acostumbre a ese momento del día.
Algunas recomendaciones: cambiar de sabanas y de almohadas de forma periódica, no usar el teléfono móvil en la cama, evitar todo ruido molesto o distracción en la habitación y utilizar ropa cómoda para dormir.