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RAÍCES EVOLUTIVAS DEL SER HUMANO
El tacto de las anémonas y el oído humano comparten un gen: pou-iv.
Que los seres humanos comparten genes con los mamíferos y, en concreto, bastantes con algunos primates es algo comúnmente conocido. Sin embargo, ahora un grupo internacional de científicos, que incluye a varios investigadores de la Universidad de Arkansas en EEUU, ha encontrado un vínculo entre las anémonas y los seres humanos.
En el estudiose ha revelado el descubrimiento de un gen del desarrollo que relaciona a estas dos especies. Se trata de pou-iv, una unidad de información que se asocia al tacto en los tentáculos en las anémonas de mar y también es importante para el desarrollo de células auditivas en el oído interno.
Sistema nervioso en común con los cnidarios
De acuerdo con la Universidad de Arkansas, los cnidarios, grupo al que pertenecen las anémonas, los corales y las medusas, "son los parientes vivos más cercanos de los animales con simetría bilateral, como los humanos y otros invertebrados". Por tanto, los cnidarios son útiles para estudiar la historia evolutiva humana.
Asimismo, destaca como característica compartida entre las especies cnidarias y los animales bilaterales sus similares conjuntos de genes utilizados en el desarrollo neuronal. Por ejemplo, las células auditivas del oído interno de los vertebrados que captan las vibraciones para permitir la audición se denominan células ciliadas.
Por otro lado, aunque no se conoce si las anémonas pueden escuchar, estos animales tienen unas células de apariencia similar en sus tentáculos, que también se denominan ciliadas y que se utilizan para sentir los movimientos de sus presas.
El gen pou-iv
En los mamíferos, los genes pou-iv resultan imprescindibles para el desarrollo de las células ciliadas y la capacidad de escuchar. De hecho, los ratones que carecen de este gen son sordos. Por su parte, las anémonas también cuentan con este gen.
Para conocer la función de pou-iv en las anémonas, los investigadores de la Universidad de Arkansas lo eliminaron de una anémona de mar. Después descubrieron que, sin el gen, las células ciliadas tentaculares se desarrollaban de forma anormal y se eliminaba la respuesta de tacto de estos animales.
Asimismo, los científicos de Arkansas también descubrieron que se necesita ese gen para activar la policistina 1 en las anémonas de mar. La policistina es necesaria para la detección normal del flujo de fluidos de las células renales de los vertebrados. Por lo tanto, el estudio sugiere que pou-iv es un gen muy antiguo, y que se remonta al menos "hasta nuestro último ancestro común con las anémonas de mar", declararon desde la universidad.
"Este estudio es emocionante porque no solo abrió un nuevo campo de investigación sobre cómo se desarrolla y funciona la mecanosensación en una anémona de mar, que tiene un amplio potencial para descubrimientos novedosos e importantes (que se informarán en el futuro)", dijo el profesor y participante en el estudio Nagayasu Nakanishi, "pero también nos informa que los componentes básicos de nuestro sentido del oído tienen antiguas raíces evolutivas que se remontan a cientos de millones de años en el Precámbrico".
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