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LONGEVIDAD
Un estudio asegura que hacer el doble de la cantidad recomendada de ejercicio de forma semanal se relaciona con la mayor reducción de la mortalidad.
A cualquiera de los presentes nos encantaría saber el secreto para no morir nunca o, al menos, vivir los máximos años posibles. Partiendo de esa base, algo que sí sabemos es que llevar un estilo de vida saludable es uno de los aspectos clave para vivir más años y con mejor salud.
Dentro de todo lo que engloba llevar un estilo de vida saludable, realizar ejercicio físico está dentro de los aspectos que mejoran nuestra salud. Mucha gente se pregunta cuánto deberíamos realizar para que se considere "suficiente para mantenernos sanos". Para ello, se han realizado numerosos estudios. Te contamos los detalles.
En 2018, por ejemplo, las Guías de Actividad Física de Estados Unidos aconsejaban realizar entre 150-300 minutos de ejercicio moderado de forma semanal, o bien 75-150 minutos de ejercicio intenso semanal, o un equivalente combinado de ambos tipos.
Más tarde, la American Heart Association actualizó sus recomendaciones en este aspecto, aconsejando realizar un mínimo de 150 minutos de ejercicio aeróbico moderado semanal o un mínimo de 75 minutos de ejercicio aeróbico intenso semanal, o una combinación de ambos.
Por último, en 2022, uno de los estudios más recientes publicado en la revista Circulation, sugería que todavía se puede hacer más ejercicio: multiplicar por dos o incluso por cuatro los niveles de actividad física recomendada reduciría el riesgo de mortalidad hasta un 30%.
El trabajo fue liderado por Dong Hoon Lee, investigador asociado del Departamento de Nutrición de la Escuela de Salud Pública TH Chan de la Universidad de Harvard, y en él se señaló que el efecto potencial del ejercicio físico sobre la salud es enorme. No obstante, aseguró que no estaba claro si realizar grandes cantidades de actividad física prolongada y de intensidad moderada o vigorosa sería beneficioso a largo plazo, o si incluso podría ser perjudicial.
Para descubrirlo, el equipo de expertos analizó datos de mortalidad y registros médicos pertenecientes a más de 100.000 personas adultas. En total, recopilaron datos que iban desde 1988 a 2018 (30 años de seguimiento).
Los participantes iban informando cada dos años sobre la actividad física que realizaban. La conclusión a la que llegaron los científicos es que realizar el doble de la cantidad recomendada de ejercicio moderado o vigoroso de forma semanal era lo que más reducía la mortalidad.
Un nuevo estudio realizado por investigadores de la Universidad de Jyväskylä, en Finlandia, que actualmente está siendo revisado por pares, ha descubierto que, aunque el ejercicio es importante para vivir una larga vida, seguir otros hábitos de vida saludables puede tener un impacto aún mayor.
Anna Kankaanpää, autora principal de la investigación, explica que las investigaciones previas muestran un vínculo entre el ejercicio y un menor riesgo de mortalidad. Sin embargo, algunos trabajos afirman que el ejercicio no reduce la mortalidad por todas las causas, por lo que decidió ponerse a investigar.
Para llevarlo a cabo, el equipo de investigadores finlandeses utilizó los datos de más de 11.000 conjuntos de gemelos adultos de la Cohorte Finlandesa de Gemelos. La cantidad de actividad física que realizaban los participantes en el estudio se evaluó mediante cuestionarios realizados en 1975, 1981 y 1990. Los participantes se clasificaron en cuatro grupos: sedentarios, moderadamente activos, activos y muy activos. Y se hizo un seguimiento de la mortalidad de los participantes hasta 2020, un periodo de 45 años.
Al final del estudio, Kankaanpää y su equipo descubrieron que más de un tercio, casi el 40%, de los participantes del grupo sedentario había fallecido en el seguimiento de la mortalidad en 2020, lo que suponía el mayor porcentaje de los cuatro grupos.
Los científicos también descubrieron que los participantes de los grupos sedentario y muy activo experimentaban un envejecimiento biológico acelerado en comparación con los grupos moderadamente activo y activo. Por eso, los investigadores creen que la asociación beneficiosa del ejercicio a largo plazo con la reducción del riesgo de muerte se debió en gran medida no sólo al ejercicio, sino también a otros factores relacionados con la salud.
Finalmente, la conclusión a la que llegó este estudio es que los beneficios para la salud de ser físicamente activo pueden reflejar un comportamiento saludable en general, en lugar de que el ejercicio sea la causa de la reducción de la mortalidad.